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La Italia de los años sesenta no es sólo el país del milagro económico, las migraciones internas y los conflictos sociales: es también un país que descubre (o redescubre) su propio rostro perturbador y lunar, a través de un auténtico boom de lo oculto que invade todos los sectores de la industria cultural.
A partir de 1959 -cuando Drácula, de Hammer Film Productions, interceptó los deseos y ansiedades de una Italia en rápida transformación, despertando la perplejidad de intelectuales y bienpensantes-, lo "insólito" invadió la literatura, el cine y la cultura popular, y recibió su consagración definitiva en 1971, cuando, cerca de los años de plomo, quince millones de telespectadores se apasionaron por la serie televisiva Il Segno del comando (El signo del mando), ambientada en una Roma nocturna poblada de fantasmas y sectas esotéricas. Entre vampiros cinematográficos y fantasmas de salón, videntes rurales y mutantes adolescentes, médiums ferroviarios y apuestas con el diablo, Italia lunare saca a la luz la cara marginal y secreta de la opulencia italiana, proporcionando una nueva clave para entender el país y sus contradicciones.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)