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El libro explora las intrincadas conexiones entre la inmigración y las culturas alimentarias de los distintos grupos de inmigrantes en América, centrándose especialmente en cómo el deseo de una dieta adecuada influyó en sus pautas migratorias. Aunque ofrece valiosas perspectivas sobre el significado histórico de la comida y la identidad cultural, muchos lectores encuentran el estilo de redacción tedioso y excesivamente académico, lo que lo convierte en una lectura difícil.
Ventajas:El libro ofrece una visión intrigante de tres culturas inmigrantes paralelas y su relación con la comida. Ofrece un valioso contexto histórico y está bien documentado, por lo que resulta atractivo para los interesados en los temas de la migración y la cultura alimentaria. Algunos lectores aprecian la maquetación novelesca y el estilo de escritura, así como la exploración en profundidad de las dietas de los inmigrantes por parte de la autora.
Desventajas:El libro recibe críticas por su estilo árido y académico, que lo hace difícil para lectores ocasionales. A muchos les pareció tedioso, repetitivo y falto de narrativa, y algunos sugirieron que podría haberse condensado considerablemente. Además, la edición Kindle carece de ilustraciones, lo que desvirtúa la experiencia general.
(basado en 10 opiniones de lectores)
Hungering for America: Italian, Irish, and Jewish Foodways in the Age of Migration
Millones de inmigrantes fueron atraídos a las costas estadounidenses, no por las míticas calles pavimentadas con oro, sino por sus mesas repletas de comida. La forma en que experimentaron la realidad de la abundante comida americana -su carne y su pan blanco, su mantequilla y su queso, sus frutas y verduras, su café y su cerveza- reflejó sus privaciones anteriores y dio forma a sus prácticas étnicas en la nueva tierra.
Hungering for America narra las historias de tres grupos distintos y sus singulares dramas culinarios. Los inmigrantes italianos transformaron la comida de sus clases altas y de los días sagrados en una comida «italiana» genérica que inspiraba orgullo y cohesión comunitaria. Por el contrario, los inmigrantes irlandeses, reacios a imitar las costumbres alimentarias de la élite protestante británica, redujeron la comida como marcador de etnicidad. Y los judíos de Europa del Este, que veneraban la comida como el centro vital en torno al cual se reunían la familia y la práctica religiosa, descubrieron que las restricciones dietéticas chocaban con las ilimitadas opciones de Estados Unidos.
Estas historias de inmigrantes en sus antiguos mundos y en los nuevos demuestran el papel del hambre como motor de la emigración y la importancia de la comida para cimentar la identidad étnica y la comunidad. Hasia Diner confirma el trillado adagio: «Dime lo que comes y te diré lo que eres».
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)