Puntuación:
El libro «Haz lo que digo (no lo que hago)» de Peter Schweizer explora las hipocresías percibidas entre prominentes figuras liberales que abogan por ciertos ideales mientras viven en contradicción con ellos. En general, los críticos consideraron que el libro es convincente en su crítica a políticos y celebridades liberales, revelando sus comportamientos personales frente a sus declaraciones públicas. Mientras que algunos lectores apreciaron la exposición bien documentada y el estilo ameno de la escritura, otros señalaron que en gran medida se dirigía a terreno conocido sin ofrecer nuevas perspectivas.
Ventajas:⬤ Bien documentado y con numerosos ejemplos de la hipocresía liberal.
⬤ Un estilo de escritura atractivo que facilita la lectura.
⬤ Expone las contradicciones entre los ideales liberales y los comportamientos personales de personajes públicos.
⬤ Despierta el pensamiento crítico y el debate sobre las normas morales y éticas en la política.
⬤ Agradable para quienes aprecian la sátira política.
⬤ Puede resultar repetitivo o predecible para lectores familiarizados con críticas similares.
⬤ Algunos críticos sostienen que el libro carece de profundidad y no ofrece nuevas perspectivas.
⬤ Atrae principalmente al público conservador; puede alienar a los lectores liberales.
⬤ Los lectores advierten contra la generalización de que todos los liberales se comportan hipócritamente, señalando que no todos los individuos se ajustan a los patrones descritos.
(basado en 311 opiniones de lectores)
Do as I Say (Not as I Do): Profiles in Liberal Hypocrisy
"No poseo ni una sola acción". --Michael Moore.
Los miembros de la izquierda liberal exudan un aire de certeza moral. Se enorgullecen de estar desinteresadamente comprometidos con los ideales más elevados y parecen especialmente seguros de la pureza de sus motivos y de la naturaleza malvada de sus oponentes. Para corregir la injusticia económica y social, los liberales apoyan toda una letanía de políticas y principios: impuestos progresivos, discriminación positiva, mayor regulación de las corporaciones, aumento del impuesto de sucesiones, estrictas regulaciones medioambientales, derechos de los niños, derechos de los consumidores y mucho, mucho más.
Pero, ¿viven realmente de acuerdo con estas creencias? Peter Schweizer decidió investigar a fondo la vida privada de algunos destacados liberales: políticos como los Clinton, Nancy Pelosi, los Kennedy y Ralph Nader; comentaristas como Michael Moore, Al Franken, Noam Chomsky y Cornel West; artistas y filántropos como Barbra Streisand y George Soros. A partir de transacciones inmobiliarias, registros de Hacienda, declaraciones ante los tribunales y sus propias declaraciones públicas, trató de examinar si realmente viven según los principios que defienden con tanta confianza.
Lo que encontró fue una larga lista de flagrantes contradicciones. Michael Moore denuncia a los contratistas petroleros y de defensa como especuladores de la guerra. También afirma no tener cartera de acciones, pero posee acciones de Halliburton, Boeing y Honeywell y realiza su trabajo de postproducción de películas en Canadá para evitar pagar los salarios de los sindicatos en Estados Unidos. Noam Chomsky se opone al concepto mismo de propiedad privada y califica al Pentágono de "la peor institución de la historia de la humanidad"; sin embargo, él y su esposa han ganado millones de dólares con contratos para el Departamento de Defensa y poseen dos lujosas casas. Barbra Streisand se enorgullece de ser una activista medioambiental, pero posee acciones en una conocida empresa minera. Hillary Clinton apoya el derecho de las niñas de trece años a abortar sin consentimiento paterno, pero prohibió a Chelsea, de trece años, perforarse las orejas y la matriculó en un colegio que no distribuía preservativos a menores. Nancy Pelosi recibió en 2002 el Premio César Chávez de la Unión de Campesinos, pero ella y su marido son propietarios de un viñedo en Napa Valley que no está sindicado.
La conclusión de Schweizer es sencilla: al final, el liberalismo obliga a sus seguidores a convertirse en hipócritas. Adoptan una pose en público, pero cuando se trata de lo que más importa en sus propias vidas -su propiedad, su intimidad y sus hijos-, se deshacen de sus principios liberales y abrazan los conservadores. Schweizer expone así la contradicción en el núcleo del liberalismo: si estas ideas no funcionan para los mismos individuos que las promueven, ¿cómo pueden funcionar para el resto de nosotros?
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)