Guillermo de Orange y la lucha por la Corona de Inglaterra: La Revolución Gloriosa

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Título original:

William of Orange and the Fight for the Crown of England: The Glorious Revolution

Contenido del libro:

En 1688, una gran flota de 463 barcos, el doble que la Armada española, se hizo a la mar desde Holanda. A bordo iba Guillermo de Orange con 40.000 soldados: su objetivo, Inglaterra. El protestante Guillermo había sido animado por un grupo de obispos de la Iglesia de Inglaterra a arriesgarlo todo y derrocar al rey católico Jacobo. Desembarcó en la bahía de Tor, en Devon, y pronto reunió el apoyo suficiente, incluido el de John Churchill, futuro duque de Marlborough, para que el rey Jacobo huyera a Francia. A los ojos de la mayoría en Inglaterra y Escocia se consideró una Revolución "Gloriosa".

Guillermo ascendió al trono junto con su esposa María, hija de Carlos II de Inglaterra, que había precedido a Jacobo. Aunque la revolución había sido prácticamente incruenta, Guillermo tuvo que luchar para conservar su corona.

La mayoría de los irlandeses eran católicos y los ejércitos del rey Guillermo encontraron allí una dura oposición. Jaime vio en ello una oportunidad para recuperar su corona. Navegando hacia Irlanda, dirigió sus tropas jacobitas contra Guillermo en la batalla del Boyne el 1 de julio de 1690. Jaime fue derrotado, poniendo fin a sus esperanzas de derrocar a Guillermo.

También había un gran número de católicos en Escocia, pero también fueron derrotados por el ejército de Guillermo en la batalla de Killiecrankie. Esto, a su vez, condujo a la infame masacre de Glencoe.

La subida al trono de Guillermo y María marcó un hito en la historia británica, al ver surgir el Parlamento del Estado moderno. En enero de 1689, dos meses después de la Revolución Gloriosa, el Parlamento se reunió y en febrero se incorporó una Declaración de Derechos a la Carta de Derechos. Esta incluía la medida de que la corona no podía gravar impuestos sin el consentimiento del Parlamento ni interferir en las elecciones. Guillermo, por tanto, no sólo es conocido por ser uno de los reyes más revolucionarios de Inglaterra, sino también uno de los menos recordados.