Puntuación:
La biografía de Enrique III de Inglaterra escrita por Matthew Lewis pretende presentar a este rey, a menudo ignorado, bajo una luz más favorable, centrándose en su complejo reinado y su personalidad, y abordando al mismo tiempo el contexto histórico de sus desafíos. El libro combina un estilo narrativo atractivo con una visión instructiva del reinado de Enrique, sus relaciones y el clima político de la Inglaterra medieval. Mientras que algunos lectores lo encuentran profundamente informativo y bien escrito, otros lo critican por ser superficial y carecer de profundidad a la hora de explicar los acontecimientos de la época de Enrique.
Ventajas:⬤ Una narración atractiva y accesible
⬤ bien documentada y centrada en los aspectos menos conocidos del reinado de Enrique III
⬤ da vida a figuras y acontecimientos históricos
⬤ recomendado para los recién llegados a la historia medieval
⬤ informativo sobre las luchas personales y políticas de Enrique
⬤ destaca personalidades clave como Simón de Montfort.
⬤ Algunos críticos lo consideran superficial y carente de explicaciones en profundidad de los acontecimientos
⬤ se critica que el enfoque es demasiado amplio, sin prestar suficiente atención al propio Enrique III hasta más adelante en el libro
⬤ las comparaciones con otras biografías sugieren que puede no cubrir todos los matices necesarios.
(basado en 11 opiniones de lectores)
Henry III: The Son of Magna Carta
Rey de un reino perdido. Portador de una corona empeñada.
Heredero de un imperio inalcanzable. De las cenizas de la Carta Magna iba a forjarse una nueva Inglaterra. Enrique III se convirtió en Rey de Inglaterra a los pocos días de cumplir nueve años.
Su padre, el rey Juan, había supervisado un período desastroso en la historia inglesa y el niño rey heredó un país envuelto en una amarga y enquistada guerra consigo mismo.
Con los barones invitando a un príncipe francés a hacerse con la corona, el joven Enrique se vio obligado a depender de otros para mantener su posición. Al llegar a la edad adulta, Enrique tuvo que gestionar la transición a un gobierno personal, arrebatando el poder a hombres que lo habían ostentado casi sin control durante años.
Con una posición asentada en casa, la atención podría centrarse en la recuperación del territorio perdido en el extranjero y en salvar la reputación de la familia de Enrique. No todo saldría según lo previsto. Los fracasos en el extranjero provocaron problemas en Inglaterra, donde los inquietos barones se desilusionaron.
Encontraron una figura en Simón de Montfort, un hombre que se transformaría de favorito de Enrique a rey de facto. Encarcelado y despojado de su poder, Enrique tendría que luchar de nuevo por su reino, ahora no confiando en mentores mayores, sino en su hijo, inmensamente capaz. Enrique recibió una monarquía en peligro, una corona agrietada y empañada.
Se le concedieron cincuenta y seis años para reparar el daño que su padre había causado. Sería más de medio siglo de altibajos en un país que pedía a gritos estabilidad; la medida final del logro de Enrique se mostró en la corona que dejó a su hijo, Eduardo I.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)