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El libro «El verano de 1787», de David Stewart, es un relato detallado y atractivo de la Convención Constitucional, que pone de relieve los retos y compromisos a los que se enfrentaron los redactores de la Constitución. Ofrece una rica narrativa que humaniza a las figuras históricas y ofrece una visión de la dinámica en juego en la creación de un documento fundacional. Los lectores aprecian el contenido bien documentado, la narración convincente y el equilibrio de perspectivas sobre las intenciones y los defectos de los redactores.
Ventajas:Bien documentado y bien escrito, narrativa atractiva, humaniza las figuras históricas, proporciona una visión detallada de los acontecimientos y las motivaciones, narración convincente, hace que la historia sea accesible e interesante, informa a los lectores sobre las complejidades y los compromisos de la Convención Constitucional.
Desventajas:Algunos lectores consideraron que carecía de un análisis profundo, que la información biográfica sobre los artífices era limitada, que faltaban notas a pie de página para rastrear las fuentes y que la mención del poder judicial era mínima. Algunos señalaron que puede no resultar atractivo para quienes busquen un tratado académico.
(basado en 147 opiniones de lectores)
The Summer of 1787: The Men Who Invented the Constitution
El verano de 1787 nos adentra en la sofocante habitación en la que los padres fundadores lucharon durante cuatro meses para elaborar la Constitución: el documento imperfecto pero perdurable que definiría la nación, entonces y ahora. George Washington presidió la reunión, James Madison tomó las notas y Benjamin Franklin aportó su sabiduría y humor en los momentos cruciales.
El verano de 1787 narra las luchas que tuvieron lugar en el seno de la Convención de Filadelfia mientras los delegados elaboraban los estatutos de la primera democracia constitucional del mundo. Basándose en las palabras de los propios delegados para explorar los agudos conflictos y las duras negociaciones de la Convención, David O. Stewart expone las pasiones y contradicciones del, a menudo, doloroso proceso de redacción de la Constitución.
Fue un acto de equilibrio desesperado. Los principios revolucionarios exigían que el pueblo tuviera el poder, pero ¿se podía confiar en el pueblo? ¿Dejaría un gobierno central más fuerte espacio para los estados? ¿Aceptarían los estados pequeños un Congreso en el que los escaños se asignaran en función de la población y no de cada estado soberano? ¿Y qué ocurriría con la esclavitud? Los recargados debates sobre el pecado original de Estados Unidos dieron lugar a los acuerdos políticos más creativos y más decepcionantes de la Convención.
La sala estaba repleta de personajes pintorescos y apasionados, algunos conocidos -Alexander Hamilton, Gouverneur Morris, Edmund Randolph- y otros en gran parte olvidados. En distintos momentos de aquel bochornoso verano, más de la mitad de los delegados amenazaron con retirarse, y algunos de hecho lo hicieron, pero el tranquilo liderazgo de Washington y los inspirados compromisos de los delegados mantuvieron unida la Convención.
En un país que discute continuamente sobre la intención original del documento, es fascinante ver a estos poderosos personajes luchar por el consenso -a menudo a regañadientes- para redactar un documento imperfecto, pero vivo y dinámico, que pudiera evolucionar con la nación.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)