Puntuación:
El libro ofrece un relato apasionante sobre la resolución de un caso sin resolver desde hace décadas mediante el uso innovador de la genealogía genética y el ADN, descrito a través de relatos bien documentados sobre las víctimas y el proceso de investigación. Aunque muchos críticos elogiaron su atractivo estilo de escritura y su contenido informativo, algunos consideraron que el ritmo era lento y que algunas partes de la narración resultaban tediosas.
Ventajas:⬤ Bien escrito y cautivador
⬤ narración atractiva que combina historias personales e investigación detallada
⬤ fascinantes conocimientos sobre el ADN y la genealogía
⬤ informativo sobre las implicaciones éticas
⬤ conexión emocional con las víctimas
⬤ explicaciones claras
⬤ fascinante y que invita a la reflexión.
⬤ Algunos lectores encontraron el ritmo lento y la escritura ocasionalmente aburrida
⬤ sintieron que los detalles repetitivos distraían de la historia principal
⬤ un crítico criticó las opiniones políticas del autor presentadas en el epílogo
⬤ no atractivo para todos los lectores.
(basado en 62 opiniones de lectores)
The Forever Witness: How DNA and Genealogy Solved a Cold Case Double Murder
Un crimen real estelar -- Publishers Weekly (crítica con estrella)
*Suspenso... Fascinante... Un ganador... -- Booklist (crítica con estrella)
Un implacable detective y una genealogista aficionada resuelven un inquietante caso sin resolver y ponen en marcha una revolución en la lucha contra el crimen que pone a prueba la frágil línea que separa la justicia de la privacidad.
En noviembre de 1987, una joven pareja que viajaba a Seattle desapareció sin dejar rastro. Una semana después, los cadáveres de Tanya Van Cuylenborg y su novio Jay Cook aparecieron en una zona rural de Washington. Fue un crimen brutal, y fue el crimen perfecto: Con pocas pistas y sin testigos, una cacería humana internacional resultó vacía, y el sensacional caso que conmocionó al noroeste del Pacífico fue desapareciendo poco a poco de los titulares.
Las pruebas biológicas del crimen permanecían almacenadas en cámaras frigoríficas a la espera de que el detective Jim Scharf revisara los archivos de casos antiguos en busca de pistas que sus predecesores hubieran pasado por alto. Mientras tanto, a 1.200 millas de distancia, en California, CeCe Moore comenzaba su fascinación por la genealogía genética, una poderosa herramienta forense que no había surgido del laboratorio criminalístico, sino de las pruebas caseras de ADN, muy populares y adquiridas por más de 40 millones de estadounidenses. Cuando Scharf decidió enviar a Parabon NanoLabs el ADN de décadas de antigüedad de este caso sin resolver, esperaba poder cerrar por fin el caso de las familias Van Cuylenborg y Cook. No sabía que él y Moore harían historia.
La genealogía genética, durante mucho tiempo el terreno de los aficionados a los árboles genealógicos y los adoptados que buscan a sus familias biológicas, ha saltado a los titulares como una máquina de resolver casos sin resolver, capaz de sacar a la luz los secretos más oscuros de ciudadanos aparentemente honrados. En manos de un detective tenaz como Scharf, la genealogía genética ha resuelto un asesinato desconcertante tras otro. Pero a medida que esta técnica de lucha contra el crimen se extiende, su enorme poder ha suscitado un debate nacional: ¿Podemos utilizar el ADN para atrapar a los asesinos y, al mismo tiempo, proteger nuestro último resquicio de intimidad en la era digital: el derecho a saber quiénes somos?
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)