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The Boy Who Ran Away to Sea
Una infancia en los años 50 y 60 entre estafadores, chicas del espectáculo y mafiosos que acogieron al chico y le convirtieron en lo que es.
"Estas historias conforman uno de los bildungsromans americanos más importantes y conmovedores de todos los tiempos". --William Boyle, The Southwest Review.
Roy lo cuenta tal y como lo ve, viajando de Chicago a Key West y Tampa, La Habana y Jackson MS, normalmente con su madre Kitty, a menudo en compañía de mujeres de labios pintados y hombres rápidos. Roy es la musa del estilo hardboiled de Gifford, un niño precoz que observa cómo los adultos se esfuerzan por salvarse y meten la pata una y otra vez. Lo asimila todo, cada bocanada de perfume y humo de puro, cada oportunidad perdida de hacer lo correcto. Y también están las cosas buenas. Un viaje de pesca con el tío Buck, el amor de una madre, los consejos de Rudy, el padre de Roy: "Roy significa rey. Sé el rey de tu propio país. No dependas de nadie para que piense por ti". Los cuentos de El niño que huyó al mar son una carta de amor y un homenaje a las experiencias infantiles que cimentan una vida.
En la nota del autor, Gifford escribe:
"A menudo me han preguntado si estaría interesado en escribir mis memorias o una autobiografía. Dado que los relatos de Roy se acercan todo lo que puedo a determinadas circunstancias, me siento cómodo con su verosimilitud. Todos ellos se sitúan dentro de los límites de la ficción. Como ya he explicado en otro lugar, son historias, me las he inventado. Las edades de Roy van desde los cinco años hasta el final de la adolescencia. Después de eso, con la excepción de un avistamiento en Veracruz, no tengo ni idea de qué fue de él".
"La forma en que Barry Gifford deja hablar a la gente lo articula todo sobre sus desconocidas vidas interiores, y las nuestras". -- Boston Globe.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)