El gozo del consentimiento: Una filosofía del buen sexo

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Título original:

The Joy of Consent: A Philosophy of Good Sex

Contenido del libro:

"Del dormitorio al aula, pasando por los tribunales, 'consentimiento' es un término clave en nuestra ética sexual contemporánea. En este oportuno reexamen, Manon Garcia revela hábilmente las complejidades ocultas del consentimiento y propone cómo reconceptualizarlo como herramienta de liberación".

--Amia Srinivasan, autora de El derecho al sexo.

Una filósofa feminista sostiene que el consentimiento no es solo un umbral legal muy imperfecto, sino también un complemento infravalorado del buen sexo.

En la era del #MeToo, el consentimiento se ha convertido en la respuesta definitiva a los problemas de acoso y violencia sexual: mientras todas las partes estén de acuerdo con el sexo, el acto es legítimo. Los críticos argumentan que el consentimiento, y su incómoda confirmación, roban al sexo su atractivo. Pero esas objeciones se responden con acusaciones de que no gustar del régimen de consentimiento es simplemente defender una erótica masculina de silencio y misterio, un pilar del patriarcado.

En The Joy of Consent, la filósofa francesa Manon Garcia pone patas arriba los supuestos que subyacen a este debate tan estadounidense, replanteando el consentimiento como un aliado del placer y no como un aguafiestas legalista. Al hacerlo, rechaza la sabiduría convencional de todas las partes. Como norma jurídica, el consentimiento puede resultar raquítico: el consentimiento por sí solo no hace que el sexo sea lícito; los adultos que practican el BDSM son sospechosos desde el punto de vista moral y jurídico incluso cuando dan su consentimiento. Y el sexo no consentido no es siempre violación, como insisten muchos activistas. La autora argumenta que a menudo las personas acceden al sexo porque es más fácil que la alternativa, cuestionando la ecuación simplista entre consentimiento y no coacción.

Basándose en fuentes que rara vez se consideran juntas -desde la ética kantiana hasta las prácticas kink- García ofrece un marco alternativo basado en los compromisos con la autonomía y la dignidad. Aunque el consentimiento, argumenta, no debería ser una prueba legal definitiva, es esencial para hacer realidad el deseo íntimo, libre de la dominación patriarcal. Cultivar el consentimiento hace que el sexo sea sexy. Al apreciar el consentimiento como el camino hacia un florecimiento sexual ético en lugar de una prueba de fuego legal, García añade una voz nueva a la lucha por la libertad, la igualdad y la seguridad frente a la violencia sexista.