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The Nagasaki Peace Discourse: City Hall and the Quest for a Nuclear Free World
Con unas 20.000 o más personas muertas instantáneamente en el bombardeo atómico del 9 de agosto de 1945, otras 40.000 o más fallecidas por la radiación y enfermedades relacionadas en los días y semanas siguientes, y con miríadas de personas expuestas a los efectos de la radiación, Nagasaki es hoy una ciudad que recuerda y rememora. Pero no siempre fue así: en contraste con Hiroshima como primera ciudad bombardeada, Nagasaki destacó durante mucho tiempo por la piedad de su importante e históricamente perseguida población católica.
Sin embargo, con el tiempo surgirían nuevas voces y nuevos relatos, especialmente entre las víctimas supervivientes o hibakusha, así como entre los políticos locales, uno de los cuales se atrevió a desafiar los mitos nacionales sobre la culpabilidad de la guerra. El recuerdo, la lucha por el reconocimiento por parte de las víctimas, y la lucha aún mayor emprendida por el Ayuntamiento de Nagasaki para llamar la atención del mundo sobre la amenaza de las armas nucleares, constituyen el núcleo de este libro. Es lo que denominamos el discurso de la paz de Nagasaki.
Sin embargo, hay otras narrativas que compiten con la visión "idealista", a saber, la de los "realistas" y, específicamente en el caso de Japón, la de los "nacionalistas". Esencialmente, los realistas acogen con satisfacción el paraguas nuclear proporcionado por el sistema del Tratado entre Estados Unidos y Japón y han adoptado con entusiasmo la energía nuclear civil bajo el lema "átomos para la paz".
Por su parte, los nacionalistas consideran que la "Constitución de la paz" de Japón está madura para ser revisada, con la vista puesta en una Fuerza de Autodefensa legal y, para algunos, en un Japón "normal" e incluso con armas nucleares. Sin embargo, a la luz del desastre nuclear de Fukushima del 11 de marzo de 2011, el Ayuntamiento de Nagasaki no puede ignorar los riesgos de la energía nuclear civil o incluso las crecientes reservas de plutonio de la nación. Con la prefectura de Nagasaki como sede de la segunda mayor base naval estadounidense en Japón, como quedó patente con la crisis de los misiles coreanos de 2017-18, la ciudad tampoco puede aislarse de la política internacional.
Setenta y más años después de los bombardeos atómicos, Hiroshima y, de maneras sutilmente diferentes, Nagasaki, tienen un mensaje sombrío que transmitir. El eslogan popular de la sociedad civil "No más hibakusha" lo resume a la perfección.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)