El diablo conduce un 66: y otras historias

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Título original:

The Devil Drives a '66: And Other Stories

Contenido del libro:

Entonces me puse en marcha, recorriendo las calles de Schenectady como si no me importara nada, disfrutando cada vez que me ponía al lado de un niño en su Honda, acelerando un poco al tomar las curvas, tocando el claxon al pasar junto a corredoras. La verdad es que estaba bajo el hechizo del coche, y no se me ocurrió preguntarme por qué la chica se había callado (otra vez) o quiénes -qué- habían sido las otras voces o cómo un coche que había estado enterrado durante 52 años simplemente se había dado la vuelta y había saltado a la vida. Me sentí joven de nuevo, vibrante, fuerte, como si nada pudiera tocarme y nada pudiera hacerme daño; como si la parte lógica de mi cerebro simplemente se hubiera apagado, como ocurre cuando te fumas un buen porro; como si estuviera en las nubes y nada pudiera traerme de vuelta. De hecho, me sentía libre de toda restricción y preocupación humana, al menos hasta que vi la pegatina de la campaña de Lyndon B. Johnson en el parachoques cromado y limpio que tenía delante y, al darme cuenta de que tanto ella como el Beetle al que estaba pegada estaban en tan perfecto estado como el 'Vette - "Black Betty", decía en la puerta del 'Vette, casi lo había olvidado-, empecé a salir de mí.

Fue entonces cuando realmente me di cuenta de que el paisaje que rodeaba al coche había cambiado; que, de alguna manera, se había invertido. Sólo puedo describir lo que vi, que era que ninguno de los vehículos en el semáforo podría haber sido más nuevo que un '66, y que el semáforo en sí parecía decididamente retro, decididamente pintoresco, al menos en comparación con el que estaba a sólo una cuadra de distancia. Además, los escaparates de las tiendas de al lado habían cambiado, de modo que ahora había una zapatería Kinney donde antes había un Taco Bell, y un Woolworth había sustituido a un Indy Food Mart. Del mismo modo, los peatones habían cambiado: los pantalones de yoga habían dado paso a las minifaldas, el calzado deportivo a las botas go-go y los pantalones de tacón alto, y el pelo corto al largo. Y mientras observaba estas cosas, me fijé en algo más: el reflejo de la mantarraya en el escaparate de Woolworth, o mejor dicho, el reflejo de algo que no era la mantarraya, pero que ocupaba su lugar: una cosa larga, translúcida, de color negro verdoso, como una enorme jarra de vino, pero tumbada de lado, que brillaba ligeramente desde el interior de su cuerpo bulboso y parecía deformar el aire a su alrededor, doblarlo, enroscarlo como papel quemado.

Lo que ves es la verdadera forma del coche, dijo la voz, la voz de la chica, Mia, sorprendiéndome con su claridad, pareciendo estar dentro de mi cabeza y fuera de ella a la vez, haciéndome girarme instintivamente, revelando que estaba sentada a mi lado, allí mismo, en el asiento del copiloto. "... y el campo en el que opera. Ese campo es débil ahora, pero crecerá. Y cuanto más tiempo permanezca libre -el coche, el artefacto-, más fuerte se hará, hasta que el mundo mismo se vea amenazado. ¿Ahora ves por qué intenté advertirte? "