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God's Body: Jewish, Christian, and Pagan Images of God
Dios no tiene límites. Dios se hizo carne.
Aunque estas dos afirmaciones son partes igualmente viables del patrimonio religioso cristiano occidental, están en tensión entre sí. Temerosas de reducir la majestuosidad de Dios con antropomorfismos superficiales, la filosofía y la religión afirman que Dios, como ser eterno, está totalmente separado de la creación. Sin embargo, el legado de la encarnación complica esta visión de lo divino incorpóreo, afirmando una imagen muy diferente de Dios en su encarnación física.
Aunque para muchos hoy en día la idea de un Dios encarnado parece simplista -incluso pedestre- Christoph Markschies revela que en la Antigüedad, tanto los cultos como los incultos suscribían esta misma idea. Y lo que es más sorprendente, la idea de que Dios tenía un cuerpo era sostenida tanto por politeístas como por monoteístas. Los recelos platónicos sobre la corporeidad divina calaron pronto en la Iglesia, pero sólo con la llegada de la escolástica medieval la idea de que Dios tiene cuerpo se convirtió en un escándalo, una idea que aún perdura hoy en día.
En God's Body Markschies rastrea la configuración de la forma divina en la Antigüedad tardía. Esta exploración sigue el desarrollo de las ideas sobre la corporeidad de Dios en las tradiciones judía y grecorromana. En la Antigüedad, los dioses eran a menudo como humanos, lo que resultaba importante para la reflexión filosófica y para el culto. Markschies analiza cómo un entorno de culto alimentó y transformó las descripciones judías y cristianas de lo divino, y cómo los debates filosóficos sobre la conexión del cuerpo y el alma en la humanidad proporcionaron un marco conceptual para imaginar a Dios. Markschies sondea las conexiones entre esta viva cultura de práctica religiosa y especulación filosófica y las formulaciones cristológicas de la Iglesia para descubrir cómo se llegó a la dicotomía de un Dios encarnado y un Dios descarnado.
Al estudiar el pasado religioso y cultural, Markschies revela una herencia judía y cristiana ajena a la sensibilidad moderna, así como un Dios que es menos ajeno a la experiencia humana de lo que gran parte del pensamiento occidental ha imaginado. Puesto que el Dios todopoderoso que hizo toda la creación también ha vivido en esa creación, la idea bíblica del ser humano como imagen de Dios debe tomarse en serio y no limitarse al mundo conceptual, sino aplicarse a toda la persona.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)