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Curator of Silence
El poema del título -sobre un grupo de escolares que ilustran la "Oda a una alondra" de Shelley- termina con la siguiente afirmación: "Éstas son las únicas / lecciones que necesitarán aprender: que la vida / no es un artefacto, sino una abertura, un entrar / y un salir; que cantar es levantarse / de la tumba del cuerpo. Y aún así / decir menos que nada".
Esta idea de la abertura, la brecha, el silencio que existe entre lo que queremos decir y lo que realmente decimos impregna El conservador del silencio. La paradoja, por supuesto, es que la propia creación artística crea esa brecha, ya que siempre hay un abismo entre el impulso y el gesto, la visión y el poema. La experiencia de Nutter de vivir durante dos meses en la Antártida, quizá el mayor silencio y soledad posibles en la Tierra, es el arquetipo del silencio cuyas múltiples dimensiones explora en este volumen.
Considera tanto los silencios literales y obvios -la muerte, el abandono, la soledad, el silencio en el que se desvanecen las cosas perdidas- como los silencios de naturaleza más misteriosa y paradójica: las percepciones (erróneas) de la infancia, los borrones de la adicción y el daño cerebral, el aislamiento de los exploradores antárticos y las vidas aparentemente distantes, y a menudo temibles, de los animales. Al final, este gran silencio contra el que batallamos con nuestros corazones -llámese tumba o dios o universo o el íntimo silencio de la página en blanco- es el silencio al que cantan estos poemas y con el que cantan, no contra el que cantan.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)