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El libro «Cómo piensan las instituciones», de Mary Douglas, examina la influencia de las instituciones sociales en el pensamiento individual y los procesos de toma de decisiones. Aunque es muy apreciado por su profundidad intelectual y sus ideas sobre la relación entre las estructuras sociales y las creencias personales, también ha sido criticado por su enfoque filosófico en detrimento del análisis científico, lo que lo convierte en una lectura difícil para algunos.
Ventajas:El libro ha sido elogiado por su elocuente redacción, su profunda visión de las instituciones sociales y su relevancia para los estudiantes de sociología y campos afines. Muchos críticos consideran que es un placer leerlo y aprender de él, y lo describen como una obra significativa que ofrece una valiosa perspectiva sobre cómo las instituciones sociales moldean el pensamiento y la acción. También destaca por su atractiva narrativa y su contenido estimulante que fomenta el pensamiento crítico.
Desventajas:Los críticos mencionan que el libro puede resultar difícil de leer y puede no ser adecuado para quienes esperen un análisis científico de las instituciones más que un debate filosófico. Algunos lectores consideran que carece de datos empíricos y de un análisis estructurado, lo que provoca decepción. Además, la dependencia del libro de ejemplos académicos especializados puede alejar a los lectores en general.
(basado en 9 opiniones de lectores)
How Institutions Think (Routledge Revivals)
Publicada por primera vez en 1986, la teoría de las instituciones de Mary Douglas utiliza las teorías sociológicas de Emile Durkheim y Ludwig Fleck para determinar no sólo cómo piensan las instituciones, sino también hasta qué punto el propio pensamiento depende de las instituciones. Distintos tipos de instituciones permiten a los individuos pensar distintos tipos de pensamientos y responder a distintas emociones.
Es tan difícil explicar cómo los individuos llegan a compartir las categorías de su pensamiento como explicar cómo consiguen hundir sus intereses privados por un bien común. Douglas nos advierte de que las instituciones no piensan de forma independiente, ni tienen propósitos, ni se construyen a sí mismas. Cuando construimos nuestras instituciones, estamos exprimiendo las ideas de los demás para darles una forma común con el fin de demostrar su legitimidad por puro número.
Nos advierte de que no debemos consolarnos pensando que los primitivos pueden pensar a través de instituciones, pero los modernos deciden individualmente sobre las cuestiones importantes. Nuestras instituciones legitimadas toman decisiones importantes, y estas decisiones siempre implican principios éticos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)