Puntuación:
El libro de Mary Douglas examina cómo las instituciones moldean el pensamiento individual y el comportamiento social, argumentando que las creencias personales están influidas en gran medida por las conexiones sociales. Aunque presenta ideas profundas y una tesis convincente, el libro es a menudo criticado por su complejidad y profundidad filosófica, que puede no satisfacer a todos los lectores.
Ventajas:⬤ Ofrece una visión profunda de la relación entre las instituciones y los procesos de pensamiento individuales.
⬤ Estilo de escritura atractivo e intelectualmente gratificante.
⬤ Valioso para estudiantes y profesionales de sociología, antropología y campos afines.
⬤ Fomenta el pensamiento crítico sobre la naturaleza de las instituciones sociales.
⬤ El libro es complejo y difícil de leer, por lo que requiere una sólida formación en teoría social.
⬤ Algunos lectores consideran que el estilo de redacción es poco claro y difícil de seguir.
⬤ Puede resultar más atractivo para académicos que para lectores en general.
⬤ Carece de análisis empíricos y se centra en discusiones filosóficas.
(basado en 9 opiniones de lectores)
How Institutions Think
¿Piensan las instituciones? Si es así, ¿cómo lo hacen? ¿Tienen mentes propias? En caso afirmativo, ¿qué pensamientos ocupan esas mentes suprapersonales? Mary Douglas profundiza en estas cuestiones al sentar las bases de una teoría de las instituciones. Normalmente, el proceso de razonamiento humano se explica centrándose en la mente individual; ella se centra en la cultura.
Partiendo de las obras de Emile Durkheim y Ludwik Fleck, Cómo piensan las instituciones pretende aclarar hasta qué punto el propio pensamiento depende de las instituciones. Distintos tipos de instituciones permiten a los individuos pensar distintos tipos de pensamientos y responder a distintas emociones. Igual de difícil es explicar cómo piensan los individuos.
Llegar a compartir las categorías de su pensamiento como explicar cómo consiguen hundir sus intereses privados por un bien común.
Douglas nos advierte de que las instituciones no piensan de forma independiente, ni tienen propósitos, ni pueden construirse a sí mismas. Cuando construimos nuestras instituciones, estamos exprimiendo las ideas de los demás para darles una forma común con el fin de demostrar su legitimidad por puro número. Nos advierte de que no debemos consolarnos pensando que los primitivos pueden pensar a través de instituciones, pero los modernos deciden las cuestiones importantes individualmente. Nuestras instituciones legitimadas toman decisiones importantes, y estas decisiones siempre implican principios éticos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)