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How I Wrote The Raven""
A menudo he pensado en lo interesante que sería un artículo de revista escrito por cualquier autor que quisiera -es decir, que pudiera- detallar, paso a paso, el proceso por el cual cualquiera de sus composiciones alcanzó su punto final.
No sé muy bien por qué no se ha dado nunca al mundo un artículo semejante, pero tal vez la vanidad del autor haya tenido más que ver con esta omisión que cualquier otra causa. La mayoría de los escritores -poetas en especial- prefieren que se entienda que componen por una especie de fino frenesí -una intuición extática- y se estremecerían positivamente al dejar que el público eche un vistazo entre bastidores, a las elaboradas y vacilantes crudezas del pensamiento -a los verdaderos propósitos captados sólo en el último momento- a los innumerables atisbos de idea que no llegaron a la madurez de la visión completa -a las fantasías completamente maduradas descartadas en la desesperación como inmanejables- a las cautelosas selecciones y rechazos -a los dolorosos borrones e interpolaciones- en una palabra, en las ruedas y los piñones, los aparejos para cambiar de escena, las escaleras de mano y los trampolines, las plumas de gallo, la pintura roja y las manchas negras que en noventa y nueve de cada cien casos constituyen las propiedades del histrión literario.
Soy consciente, por otra parte, de que no es en absoluto común el caso en el que un autor está en condiciones de volver sobre los pasos por los que ha llegado a sus conclusiones. En general, las sugestiones, surgidas de la nada, son perseguidas y olvidadas de manera similar. Por mi parte, no tengo ni simpatía por la repugnancia aludida, ni, en ningún momento, la menor dificultad para recordar los pasos progresivos de cualquiera de mis composiciones; y, puesto que el interés de un análisis, o reconstrucción, tal como he considerado un desiderátum, es bastante independiente de cualquier interés real o imaginario en la cosa analizada, no se considerará una violación del decoro por mi parte mostrar el modus operandi por el cual alguna de mis propias obras fue ensamblada.
Elijo «El cuervo», por ser la más conocida. Mi propósito es poner de manifiesto que ningún punto de su composición puede atribuirse a la casualidad o a la intuición, que la obra se fue completando paso a paso con la precisión y la rígida consecuencia de un problema matemático.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)