Puntuación:
El libro proporciona un examen reflexivo de los intentos de Estados Unidos de construir una nación, ofreciendo una perspectiva equilibrada tanto de los éxitos como de los fracasos. Ha sido bien acogido por su perspicacia y sus valiosas ideas, aunque algunas partes pueden parecer repetitivas.
Ventajas:El libro está en buen estado, lleno de ideas valiosas, ofrece una perspectiva histórica imparcial sobre la construcción nacional, presenta un gran examen de las condiciones previas para el éxito y el fracaso, e incluye un perspicaz último capítulo.
Desventajas:Algunas partes del libro son repetitivas, y una reseña menciona una experiencia negativa comparándolo con productos rancios, aunque esto parece ser una metáfora más que una queja general sobre el libro.
(basado en 6 opiniones de lectores)
How to Make Love to a Despot: An Alternative Foreign Policy for the Twenty-First Century
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha invertido cientos de miles de millones de dólares en economías extranjeras con la esperanza de que sus inversiones contribuyeran a rehacer el mundo a su imagen y semejanza o, como mínimo, a hacerlo "seguro para la democracia". Hasta ahora, los resultados han sido, como mínimo, decepcionantes. Presionar para que se celebren elecciones justas y libres en países no democráticos ha aumentado el número de víctimas, en lugar de reducirlo, y tratar de eliminar la corrupción por completo ha impedido la eliminación de algunas de las peores formas de corrupción. En Oriente Medio, por ejemplo, las campañas intervencionistas posteriores al 11-S en Afganistán e Irak han resultado largas, costosas y, lo que es peor, ineficaces.
Ante el fracaso de la visión utópica de un mundo lleno de democracias orientadas al mercado, muchos observadores, tanto de derechas como de izquierdas, han empezado a abrazar una visión distópica en la que Estados Unidos no puede hacer nada ni salvar a nadie. En consecuencia, los llamamientos a detener toda ayuda a los países no democráticos se han hecho más fuertes. Pero, como explica Stephen D. Krasner, esto no puede ser una opción: los Estados débiles y mal gobernados suponen una amenaza para nuestra estabilidad. En la era de las armas nucleares y la guerra biológica, ignorar a los países con problemas pone en peligro millones de vidas estadounidenses.
"El mayor reto para Estados Unidos ahora", escribe Krasner, "es identificar un conjunto de políticas que se sitúen entre la visión utópica de que todos los países pueden ser como Estados Unidos... y la visión distópica de que no se puede hacer nada". Prescribe una nueva política pragmática. Basándose en décadas de investigación, aboga por una "gobernanza suficientemente buena": una gobernanza que aspire a una mayor seguridad, una mejor sanidad, un crecimiento económico limitado y una cierta protección de los derechos humanos. Para ello, Krasner propone trabajar con los déspotas para promover el crecimiento.
En un mundo en el que un solo terrorista puede matar a miles o incluso cientos de miles de personas, Estados Unidos no puede permitirse el lujo de ignorar idealistamente al resto del mundo. Pero tampoco puede rehacer el mundo a su imagen y semejanza. Por el contrario, debe aprender a enamorar a los déspotas.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)