Eat the Flowers: Poems for the youth inside us
Estos poemas comenzaron hace cincuenta y un años, cuando el autor empezó a plasmar sus sentimientos y los acontecimientos de su vida. Hace unos treinta años dejó de escribirlos y los dejó de lado para dedicarse a su carrera.
Al principio, todo estaba escrito a mano, a menudo en trozos de papel metidos en sobres, fundas de libros, álbumes de fotos o cualquier otro hueco conveniente para guardarlos. De vez en cuando, el papel se volvía a dorar y la tinta se desvanecía. Sorprendentemente, los trozos sobrevivían a pesar del paso del tiempo. De vez en cuando, se añadía un nuevo poema a la colección o se revisaba uno antiguo. Bob pensaba que era inconcebible que alguien más tuviera el más mínimo interés en sus sentimientos; así que, cada vez, la poesía volvía al almacén. Con cada vuelta a sus cubículos, los poemas conseguían sobrevivir, sin importar cuántas veces fueran arrastrados por el mundo.
El tiempo se convirtió en una preocupación a medida que amigos y familiares hacían sus últimos viajes eternos. Con cada funeral, cada ramillete de flores y cada tarjeta de pésame, la mortalidad se hizo realidad y la necesidad de organizar y mecanografiar los retazos manuscritos se convirtió en una prioridad. Cuando Bob enfermó y sus heridas le alcanzaron y las operaciones se multiplicaron, su mente volvió a sus palabras. Era el momento de ver si alguien más podía identificarse con la crónica de tantos sentimientos, acontecimientos, decepciones, recuerdos, amores y oportunidades perdidas.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)