Letters, (1-81)
Las obras de san Cipriano se dividen naturalmente en dos grupos: tratados ( sermones, libelli, tractus ) y cartas ( epistulae ). Una traducción de los tratados se encuentra en el volumen 36 de esta serie. Las cartas, de las que nos han llegado ochenta y una, escritas desde c. 249 hasta su muerte en 258 d.C., pueden encontrarse traducidas en este volumen.
Ofrecen una visión penetrante de los asuntos de la Iglesia en África a mediados del siglo III. Revelan problemas de doctrina y disciplina que tuvieron que ser decididos en un periodo de crisis y persecución cuando la Iglesia, todavía en su infancia, no había salido de las catacumbas. Lo más importante de todo es que dan vida a Cipriano como un obispo comprensivo que podía ser a la vez amable y firme, entusiasta y moderado. Fue lo bastante prudente como para exiliarse y dirigir a su rebaño desde lejos cuando su presencia era una fuente potencial de peligro para el pueblo; fue lo bastante valiente como para enfrentarse al martirio que sabía que, en última instancia, sería suyo.
De estas cartas, cincuenta y nueve fueron escritas por el propio Cipriano y seis más, emanadas de concilios o sínodos cartagineses, fueron también en gran parte obra suya. Dieciséis cartas fueron escritas por otros; al parecer, once se perdieron.
El prestigio y la influencia de San Cipriano fueron grandes en la antigüedad cristiana. Desgraciadamente, en la época moderna no es tan conocido ni tan leído como se merece. Esto se debe probablemente a la falta de ortodoxia completa de Cipriano, en el sentido moderno de la palabra, respecto al reconocimiento de la Sede de Pedro y al rebautismo de los herejes. El lector moderno debe tener en cuenta que la época de los Padres fue la época en que se sentaron las bases de tantas cosas que hoy aceptamos y vemos con tanta claridad. En cualquier caso, tanto Lactancio (Div. Inst. 5. 1. 24) como San Agustín ( De bapt. contra Donatistas ), aun reconociendo las debilidades de la postura de San Cipriano en las cuestiones mencionadas, no le restan ni un ápice de respeto y admiración por su compatriota. Prudencio rinde a San Cipriano el siguiente homenaje en su Peristephanon 13. 5. 6 ss. ):
'Mientras Cristo permita que la raza de los hombres / exista y el mundo florezca, / mientras exista cualquier libro, mientras haya / colecciones sagradas de obras literarias, / todo el que ame a Cristo te leerá, oh / Cipriano, aprenderá tus enseñanzas'.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)