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Good International Citizenship: The Case for Decency
¿Por qué deberíamos preocuparnos en Australia, o en cualquier otro país, por la pobreza, las atrocidades contra los derechos humanos, las epidemias sanitarias, las catástrofes medioambientales, la proliferación de armas o cualquier otro problema que aflija a países lejanos, cuando no tienen, como suele ser el caso, ninguna repercusión directa o inmediata en nuestra propia seguridad o prosperidad? La respuesta de Gareth Evans es el enfoque que adoptó cuando era ministro de Asuntos Exteriores de Australia.
Sostiene que ser un buen ciudadano internacional -un Estado que se preocupa por el sufrimiento de los demás y hace todo lo razonablemente posible para aliviarlo- es tanto un imperativo moral como una cuestión de interés nacional. Los argumentos a favor de la decencia en la conducción de nuestras relaciones internacionales se basan tanto en la realidad de nuestra humanidad común como en un interés nacional tan apremiante como el dúo tradicional de seguridad y prosperidad.
Hay cuatro puntos de referencia fundamentales a la hora de evaluar el historial de un país como buen ciudadano internacional: su generosidad en la ayuda exterior; su respuesta a las violaciones de los derechos humanos; su reacción ante los conflictos, las atrocidades masivas y los flujos de refugiados que tan a menudo son su secuela; y su contribución para hacer frente a las amenazas existenciales globales.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)