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The Grand Budapest Hotel y Moonrise Kingdom han convertido a Wes Anderson en una fuerza cinematográfica. Rushmore y The Royal Tenenbaums se han convertido en clásicos de culto.
Sin embargo, cada nuevo estreno de Anderson atrae a montones de críticos ansiosos por acusarle de exceso estilístico y eclecticismo autoindulgente. Donna Kornhaber aborda el estilo de Anderson como el producto necesario de las preocupaciones narrativas y temáticas que definen su obra. Basándose en el afán coleccionista de Anderson, Kornhaber sitúa al director como conservador de sus mundos fílmicos, un motor principal que organiza de forma artística y concienzuda diversos componentes en colecciones y taxonomías cohesionadas.
Anderson puebla cada puesta en escena de su «Wesworld» en curso con personajes huérfanos, perdidos y fuera de lugar en medio de un alboroto de desorden y reliquias hechas a mano. En su interior, buscan una integridad y una identidad colectiva de la que manifiestamente carecen, y su dolor se expresa a través de una paleta emocional ordenada que, a pesar de estar silenciada, pide a gritos que se le preste atención.
Como muestra Kornhaber, las películas de Anderson ofrecen nada menos que un fascinante estudio de la sensación de pertenencia, contada por los personajes que menos la poseen. Abarcando toda la obra de Anderson e incluyendo una entrevista con el director, Wes Anderson es una entretenida mirada a uno de nuestros cineastas más queridos y polarizantes.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)