Wash Me On Home, Mama

Contenido del libro:

Y, sobre todo, Pete Najarian, de cuyo Lávame a casa, mamá uno quiere llorar, Perfecto uno deja el libro con los ojos enjuagados y el corazón despejado. ¿Cómo se hace? Formalmente la novela es sencilla: unas pocas páginas cada vez dedicadas a los momentos interiores de un puñado de personajes que viven vagamente juntos en una especie de comuna, una línea para indicar el movimiento hacia delante trazada ligeramente por un párrafo en cursiva entre cada sección. La sensación es extraña y liberadora, de espacio, creado quizá por el ritmo, la sincronización de una cualidad del pensamiento y del ser y luego otra. No se trata del dispositivo conocido como "múltiples puntos de vista que se comentan, critican y reducen mutuamente". Aquí ocurre algo nuevo. La plenitud y validez de cada corazón y mente abre mundo sobre mundo moviéndose en libre relación unos con otros. Sí, aquí, en este libro, está la danza.

Estos personajes se nos ofrecen por debajo del nivel de su autoconceptualización. No hay ninguna superficie que atravesar o interpretar: a estos personajes simplemente hay que conocerlos, no superarlos: se les ve y se les muestra sin las defensas, los autoengaños, los autofantasmas que componen el ego y lo que estamos acostumbrados a considerar personalidad. La chica del correo comiendo su sándwich de mantequilla de cacahuete en el buzón durante la lluvia, el repentino terror de un hombre al anochecer paseando a sus perros, el secreto placer del estiércol en el jardín, la cocina antes de que nadie esté despierto, la chica poniéndose los pendientes antes de salir para abortar, el sueño del pan fresco... no es sólo la precisión de los momentos, la transparencia del lenguaje (uno es totalmente inconsciente también del propio Najarian), sino que se toca un manantial donde todo sigue siendo prístino, significativo, libre, incluso lo terrible (el preso político en ultramar, la comuna fracasada, los amores rotos, el niño infeliz, la bahía contaminada), por toda su modestia e incluso, a juzgar por el párrafo de presentación de Najarian, la ficción toma un nuevo giro en el pequeño volumen. Las cualidades que hemos llegado a considerar esenciales para la novela carecen de importancia, si es que están presentes, y lo que hemos dado por imposible -espacio, luz, aire, tiempo, alegría- florece, no en el texto, sino en el lector. Las invocaciones al hogar y al mar que mantienen el ritmo son apropiadas, pues se ha encontrado un lugar de percepción donde el corazón está en casa.

Esto es arte tranquilo y consumado, para ser leído como una pieza musical lenta y lujosamente y luego una y otra vez. (Harriet Adams Transue, profesora asociada y Directora de Estudios de la Mujer y de Género, Universidad de Toledo. Para The American Book Review, 1981).