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Living or Dead?
¿Puedes decir con verdad: "Estuve muerto, y he revivido; estuve ciego, y ahora veo"? Entonces acepta esta palabra de exhortación e inclina tu corazón hacia la sabiduría.
¿Estás vivo? Entonces procura demostrarlo con tus actos. Sé un testigo coherente. Que tus palabras, tus obras, tus maneras y tus actitudes cuenten la misma historia. No dejes que tu vida sea una vida pobre y perezosa, como la de una tortuga o un perezoso. Por el contrario, que sea una vida enérgica y apasionada, como la de un ciervo o un pájaro. Que tu gracia brille por todas las ventanas de tu conversación, para que los que viven cerca de ti vean que el Espíritu habita en tu corazón. No permitas que tu luz sea una llama tenue, vacilante e incierta, sino que arda constantemente como el fuego eterno del altar y nunca se apague. Deja que el sabor de tu religión, como el precioso ungüento de María, llene todas las casas donde vives. Sé una carta de Cristo escrita con tanta claridad y en caracteres tan grandes y llamativos, que los que corren puedan leerla (2 Corintios 3:2).
Que tu cristianismo sea tan inconfundible, tu mirada tan clara, tu corazón tan íntegro y tu caminar tan recto, que todos los que te vean no tengan duda de quién eres y a quién sirves. Si hemos sido vivificados por el Espíritu, nadie debe poder dudarlo. Nuestra conversación debe declarar claramente que buscamos un país mejor, uno celestial. No debería ser necesario decirle a la gente, como en el caso de un cuadro mal pintado: "Este es un cristiano". No debemos ser tan perezosos e inmóviles que la gente se vea obligada a acercarse, mirar detenidamente y decir: "¿Está vivo o muerto? ".
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)