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Go Play Outside
En Go Play Outside, el poeta Robert Cooperman hace la crónica de su primer amor incondicional, el baloncesto, aunque el romance no haya sido correspondido, Cooper es mucho mejor escribiendo poesía de lo que nunca fue jugando al baloncesto.
Cooperman comienza con los orígenes del juego en sí, desde las legendarias canastas de melocotón del Dr. James Naismith, surgidas de aquel brutal y aburrido invierno de 1891, en Springfield, Massachusetts. A partir de ese punto de origen, avanza hacia el juego profesional de los primeros años veinte. A continuación, Cooperman nos transporta a su propio descubrimiento de la belleza del juego mientras observaba las primeras competiciones de la NBA. Evoluciona con sus intentos de jugar él mismo, en su propia cuadra, en los patios de los colegios. Finalmente, prueba sin éxito en el equipo de su instituto. Después, rejuveneció con su testimonio del recientemente fallecido gran Elgin Baylor, el ídolo deportivo de Cooperman de todos los tiempos, el jugador, afirma, que cambió el juego de horizontal a vertical.
Por el camino, nos vamos haciendo una idea de qué es lo que le gusta de este deporte: su fluidez, su "música" cinética, su gracia y estilo balletísticos, como cuando un tiro en suspensión perfectamente ejecutado se cuela en la canasta para anotar. Quizá sea demasiado afirmar que el baloncesto es una metáfora de la vida, pero sin este deporte, la vida de Cooperman habría sido mucho menos rica. Y como la vida, el baloncesto requiere trabajo duro, dedicación, práctica y quizá un poco de genio, o al menos de coraje. Todo ello queda reflejado en esta preciosa colección.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)