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El libro «Unusual Punishment» ofrece un relato detallado y bien documentado de la Penitenciaría del Estado de Washington, especialmente durante la tumultuosa década de 1970. Numerosas reseñas elogian su atractiva narrativa, su profundo contexto histórico y la capacidad del autor para presentar historias complejas de forma fácilmente digerible. Los lectores aprecian la combinación de información objetiva y narración que hace que la historia de la prisión cobre vida.
Ventajas:⬤ Altamente investigado y bien escrito
⬤ narrativa atractiva e informativa
⬤ narración cautivadora que da vida a la historia
⬤ incluye ricos ejemplos e ilustraciones
⬤ fácil de leer
⬤ ofrece una mirada entre bastidores a la dinámica de la prisión y los cambios en la gestión
⬤ apreciado por aquellos familiarizados con la zona.
Algunos lectores señalaron que podría haber menos contenido visual en comparación con otras obras similares; quienes no tengan un interés previo por las prisiones podrían encontrar el tema menos atractivo inicialmente.
(basado en 22 opiniones de lectores)
Unusual Punishment: Inside the Walla Walla Prison, 1970-1985
Unusual Punishment detalla las personalidades y los asombrosos acontecimientos que rodearon el colapso de una cultura penitenciaria de décadas de antigüedad y describe cómo los dirigentes construyeron penosamente un moderno sistema de control.
La Penitenciaría Estatal de Washington, en Walla Walla, fue antaño un lugar donde el alcaide ejercía una autoridad absoluta. Una palabra y un convicto podía ser retenido durante semanas, desnudo, en una celda oscura y vacía, o enviado al terrorífico pabellón de salud mental, donde la coacción incluía la tortura. Cualquier empleado podía ser despedido a voluntad. Guardias y presos lo llamaban "supercustodia".
El cambio comenzó a principios de la década de 1970 con una reforma bienintencionada pero ingenua. Los reclusos abusaron de las nuevas libertades. Se desató el caos. Los reclusos tenían las únicas llaves de ciertas zonas de la prisión. Los motoristas hacían rugir las motocicletas fabricadas en la prisión por el Gran Patio. Había marihuana por todas partes y cientos de presos se inyectaban heroína. Los presos se quitaban la vida con cuchillos e incluso con bombas. Frustrados y asustados, los funcionarios de prisiones renunciaron o miraron hacia otro lado.
Un nuevo superintendente recortó los privilegios de los reclusos más disfuncionales y, en un dramático movimiento a medianoche, envió a los líderes encarcelados a prisiones lejanas. En la frágil estabilidad que siguió, un guardia fue asesinado, comenzó un largo encierro, un bloque de celdas se amotinó y más de doscientos hombres pasaron un largo y caluroso verano a la intemperie en el Gran Patio. Numerosos funcionarios se rebelaron, exigiendo una brutal represión y el regreso a la supercustodia. Cuando cuarenta y dos se negaron a ocupar sus puestos, el superintendente los despidió a todos.
Los tribunales intervinieron, la política cambió y, en 1981, un carismático líder correccional -encantador en público y tiránico en privado- asumió el mando de un recién creado departamento correccional. Con habilidad y determinación, impuso su voluntad y transformó los correccionales de Washington. El orden volvió al centro penitenciario.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)