Puntuación:
El libro de Anne-Marie Slaughter analiza la cambiante dinámica del poder en la escena internacional, haciendo hincapié en el papel de las redes y las clases profesionales en la configuración de un nuevo orden mundial. Aunque algunos lectores lo consideran perspicaz y bien argumentado, otros lo critican por su sesgo elitista y su distanciamiento de las demandas y necesidades reales de la población en general.
Ventajas:El libro es elogiado por incitar a la reflexión y ofrecer un análisis exhaustivo de los cambios en las relaciones internacionales. Ofrece valiosos ejemplos históricos y contemporáneos y aboga por un orden mundial nuevo, eficaz y justo. Muchos lectores lo consideran una lectura esencial para los estudiantes de Asuntos Internacionales y aprecian la calidad de la redacción.
Desventajas:Los críticos señalan un sesgo elitista en el enfoque del autor sobre los profesionales occidentales, argumentando que los legisladores y los jueces no representan a la sociedad en general, y plantean la preocupación de que el libro refleje la propaganda del gobierno mundial favoreciendo los intereses de la élite sobre los principios democráticos. Algunos lectores lo consideran demasiado denso y requiere conocimientos previos de las organizaciones internacionales, mientras que otros se oponen vehementemente a sus temas.
(basado en 9 opiniones de lectores)
A New World Order
La gobernanza mundial está aquí, pero no donde la mayoría de la gente piensa. Este libro presenta el trascendental argumento de que no sólo deberíamos tener un nuevo orden mundial, sino que ya lo tenemos. Anne-Marie Slaughter nos pide que nos replanteemos por completo cómo vemos el mundo político. No se trata de un conjunto de Estados nación que se comunican a través de presidentes, primeros ministros, ministros de Asuntos Exteriores y las Naciones Unidas. Tampoco es una camarilla de ONG. Es la gobernanza a través de una compleja red mundial de redes gubernamentales.
Slaughter ofrece la descripción más convincente y autorizada hasta la fecha de un mundo en el que los funcionarios públicos -investigadores policiales, reguladores financieros, incluso jueces y legisladores- intercambian información y coordinan actividades a través de las fronteras nacionales para hacer frente a la delincuencia, el terrorismo y la rutina diaria de las interacciones internacionales. Los jueces y reguladores nacionales e internacionales también pueden colaborar estrechamente para hacer cumplir los acuerdos internacionales con más eficacia que nunca. Estas redes, que pueden ir desde un grupo de jueces constitucionales que intercambian opiniones a través de las fronteras hasta organizaciones más consolidadas como el G8 o la Asociación Internacional de Supervisores de Seguros, hacen que las cosas sucedan, y con frecuencia hacen que sucedan cosas buenas. Pero están infravaloradas y, lo que es peor, infrautilizadas para abordar los retos a los que se enfrenta el mundo hoy en día.
El mundo político moderno, por tanto, está formado por Estados cuyos componentes están adquiriendo rápidamente tanta importancia como sus dirigentes centrales. Slaughter no sólo describe estas redes, sino que también propone un plan para mejorar el mundo. A pesar de las cuestiones de responsabilidad democrática, este nuevo orden mundial no es aquel en el que un gobierno mundial impone dictados globales. Los gobiernos que ya tenemos en casa son nuestra mejor esperanza para abordar los problemas a los que nos enfrentamos en el exterior, en un orden mundial interconectado.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)