Puntuación:
Las reseñas presentan una imagen elogiosa de las memorias, destacando la inspiradora historia de perseverancia de la autora durante la ocupación japonesa de Filipinas en la Segunda Guerra Mundial. Las vívidas descripciones y la profundidad emocional transmiten el caos de la guerra al tiempo que ilustran la dedicación de la autora a la educación. Los lectores encontraron la narración cercana e impactante, y destacaron especialmente su potencial como adaptación cinematográfica.
Ventajas:⬤ Narrativa conmovedora e inspiradora
⬤ descripciones vívidas y detalladas de las experiencias en tiempos de guerra
⬤ fácil de leer
⬤ mantiene a los lectores en suspense
⬤ ofrece una perspectiva única sobre el impacto de la guerra
⬤ narración cercana y personal
⬤ evoca emociones fuertes y ofrece una visión histórica.
En algunas secciones se podría mejorar la fluidez; algunas reseñas indican problemas menores de coherencia narrativa.
(basado en 6 opiniones de lectores)
A Child of World War II Writes: LOVE IS TIMELESS IN WAR AND IN PEACE: A Truth Beyond Compare
El libro relata la Segunda Guerra Mundial, cuando los militares japoneses ocuparon Baguio, en el norte de Luzón (Filipinas), el 8 de diciembre de 1941. Los bombardeos se unieron al vocabulario de la población.
Los filipinos esperaban salvarse. Se instalaron puestos de vigilancia con soldados armados. Cada civil que pasaba junto a los centinelas era detenido para obedecer el acto de inclinarse: no una simple inclinación de cabeza. Los soldados hacían demostraciones de reverencia.
Nadie procedía a marcharse a menos que el centinela le ilustrara con un "adelante".
Los centinelas castigaban corporalmente a los que no hacían la reverencia baja requerida. "Mi padre fue una de las primeras víctimas. Vestido con su abrigo y corbata habituales, se giró para hacer una reverencia que el centinela consideró muy por debajo de lo exigido. Golpeó a papá con una vara grande.
Le despojó de su ropa y la arrojó a una papelera ya llena. Los espectadores se conmovieron. A mí, que era un niño, me echaron. En el estado más lamentable en que había visto a papá, me susurró que debía matricularme en la única escuela de japonés. Así lo hice. Como primeros matriculados, el profesor no nos hablaba en inglés. Primero nos hicieron pruebas de admisión y de capacidad económica. Cada vez que pasaba por los centinelas, les saludaba en su idioma.
Me empujaban, contestando también en su idioma. Los centinelas se sentían libres para confiscar las joyas de los transeúntes: relojes, pendientes, collares, cualquier tipo de adorno enjoyado. Mi madre solía llevar un reloj de pecho en un collar que el centinela agarraba sin previo aviso. El collar estaba roto. Mamá volvió a casa. Las lágrimas enmarcaban su rostro. Sollozaba al recordar cómo el reloj fue su madrina cuando recibió el diploma que acreditaba su cualificación para la carrera de magisterio".
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)