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A Brick on the Head
No es fácil precisar el primer recuerdo de estar vivo. Sin embargo, el primer recuerdo del autor fue la fuerte conmoción y el dolor de un ladrillo arrojado por descuido que le cayó justo en la cabeza. Tenía sólo tres años y había nacido en la zona rural de Lincolnshire pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Esta conmovedora historia describe sus primeros años en una caravana construida por su padre y aparcada en un lugar bombardeado. Estas condiciones de vida, que hoy en día se considerarían de extrema pobreza, fueron aceptadas por sus padres con alegre determinación. He aquí una vida más sencilla, de trabajo duro, pocas posesiones, sin envases de plástico y sin Internet.
El humor y también los beneficios de una buena educación pública brillan con luz propia. El joven Peter fue azotado por primera vez por «beber tinta» en la escuela primaria y pasó la mayor parte de su tiempo en el colegio escuchando música y persiguiendo chicas. Trabajó en una granja francesa, tocó la batería en un cuarteto de jazz, aprendió a esquiar, a pilotar aviones y a patronear yates. Su amor por el mar impregna las páginas tanto de terroríficas tormentas como de dichosos viajes por el Mediterráneo.
Tras fracasar en su ambición de convertirse en piloto, Peter trabajó brevemente en una fábrica de cigarrillos, como ingeniero civil y, finalmente, puso en marcha desde cero un negocio textil internacional. Como empresario en ciernes, viajó mucho, haciendo negocios, alojándose en hoteles baratos y metiéndose en líos divertidísimos por el camino.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)