A Christmas Fairy: Christmas Stories for Children
Esta carta olerá raro, querida; será fumigada antes de enviarla.
Hay que reconocer que cuando Bertie Fellowes recibió esta carta, que no era ni más ni menos que la destrucción de todas sus esperanzas y alegrías navideñas, se derrumbó y, escondiendo la cara entre los brazos que descansaban sobre su escritorio, sollozó en voz alta.
El desamparado muchacho de la India, que se sentaba a su lado, probó todos los medios infantiles de consuelo que se le ocurrieron. Le dio palmaditas en el hombro, le susurró muchas palabras de compasión y, por último, le pasó el brazo por encima y le abrazó con fuerza, como, pobrecillo, él mismo había deseado muchas veces, desde su llegada a Inglaterra, que alguien hiciera con él.
Por fin, Bertie Fellowes puso la carta de su madre en la mano de su amigo. Léela, sollozó.
Entonces Shivers se hizo dueño de la carta de la señora Fellowes y comprendió la causa del arrebato de dolor del muchacho. Viejo amigo, dijo al fin, no te preocupes por eso. Podría ser peor.
Podrías estar como yo, con tu padre y tu madre a miles de kilómetros de distancia.
Cuando Aggie esté mejor, podrás volver a casa... y a tu madre le vendrá bien que piense que eres casi tan feliz como si estuvieras en casa. Debe de ser peor para ella, ha llorado mucho con su carta, mira, está toda manchada de lágrimas.
Bonus: En el rincón de la chimenea - Frances E. Crompton (segunda historia).
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)