Todos mis ríos se han ido: Un viaje de descubrimiento por Glen Canyon

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Título original:

All My Rivers Are Gone: A Journey of Discovery Through Glen Canyon

Contenido del libro:

David Brower, que siempre ha lamentado que el Sierra Club no salvara el Glen Canyon, lo llamaba El Lugar que Nadie Conocía. Pero Katie Lee formaba parte de un puñado de personas que conocían muy bien las 170 millas del Glen Canyon.

Había hecho dieciséis viajes por el río, incluso había dado nombre a algunos de los cañones laterales. Glen Canyon y el río que lo atravesaba habían cambiado su vida. Sus descripciones de un magnífico oasis desértico y sus ricas ruinas arqueológicas son un canto al paraíso perdido.

En 1963, la Oficina de Reclamación del Gobierno de EE.UU.

(la "Oficina del Naufragio de la Nación", la llama Katie) cerró el caudal del río Colorado en la presa de Glen Canyon, iniciando el proceso de inundación de este tesoro natural. Tres generaciones han nacido desde que se construyó la presa, y en unas décadas más puede que no quede nadie vivo que haya conocido el lugar.

Katie Lee no olvidó Glen Canyon, y tampoco quiso que nadie lo olvidara. Nos cuenta lo que había que amar de Glen Canyon y por qué deberíamos echarlo de menos. El cañón tenía un gran significado personal para ella: Se había ido a Hollywood para hacer carrera como actriz y cantante, pero el río seguía llamándola, mostrándole una forma mejor de vivir.

Kati entrelaza con elocuencia su historia personal con las sobrecogedoras descripciones de sus viajes por el cañón. Más tarde, Katie encontró aliados en su lucha por restaurar el cañón. Al Glen Canyon Institute se ha unido el Sierra Club para pedir el drenaje del lago Powell ("Rez Foul", en palabras de Katie), y la idea se debate en las páginas editoriales de todo el país y en las audiencias del Congreso.

All My Rivers Are Gone celebra un gran paisaje americano, llora su pérdida y nos desafía a reparar el daño y evitar para siempre una destrucción tan desconsiderada en el futuro.