The Us Eighth Air Force in World War II: IRA Eaker, Hap Arnold, and Building American Air Power, 1942-1943 Volumen 8

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Título original:

The Us Eighth Air Force in World War II: IRA Eaker, Hap Arnold, and Building American Air Power, 1942-1943 Volume 8

Contenido del libro:

Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial en 1941, primero se dejó en manos de las Fuerzas Aéreas del Ejército llevar la lucha a Alemania. En enero de 1942 se creó la Octava Fuerza Aérea de los EE.UU. y se le ordenó dirigirse a Inglaterra, a pesar de que carecía de hombres, equipos y aviones. Esta es la historia de los dos años que pasó el general de brigada Ira C. Eaker en el VIII Mando de Bombarderos y, más tarde, como comandante de la Octava Fuerza Aérea, mientras trabajaba para convertirla en una fuerza capaz de atacar objetivos alemanes a más de seis mil metros de altura.

Aunque al principio se le prometieron cien aviones y los hombres necesarios para pilotarlos, pronto descubrió que «sus» bombarderos eran desviados a menudo a los teatros del Norte de África y del Pacífico. Por el camino, Eaker se enfrentó a otros problemas críticos, como un tiempo atroz, numerosas bajas y la ausencia de cazas de escolta. Mientras tanto, el jefe de las Fuerzas Aéreas del Ejército, el general «Hap» Arnold, se enfrentó a Eaker y le criticó por no volar más misiones con más aviones. Finalmente, a medida que se desarrollaba la guerra aérea, la guerra de palabras entre bastidores continuó hasta que los generales llegaron a un punto de diferencias irreconciliables y Arnold relevó a Eaker del mando.

A pesar de ello, la «Poderosa Octava Fuerza Aérea» siguió machacando a los alemanes. Ni una sola vez, ni siquiera en las dos peores batallas aéreas de la guerra -las misiones de Schweinfurt de 1943, cada una de las cuales costó uno de cada cuatro bombarderos y más de seiscientos hombres por misión-, la Octava dio marcha atrás antes de alcanzar su objetivo. Hasta después de los dos primeros años no hubo un caza capaz de escoltar a los bombarderos pesados, los B-17 y los B-24, ni siquiera hasta parte de Alemania, y mucho menos hasta objetivos cercanos a la frontera con Viena, y regresar. La historia de los dos primeros años de la «Poderosa Octava Fuerza Aérea» presenta en muchos sentidos un caso aún más fuerte de heroísmo, dedicación y simple autosacrificio que el que describe los acontecimientos de los últimos diecisiete meses.