The Steep Atlantick Stream: Memorias de convoyes y corbetas

Título original:

The Steep Atlantick Stream: A Memoir of Convoys and Corvettes

Contenido del libro:

Publicadas por primera vez en 1946, estas atmosféricas memorias de la Batalla del Atlántico ofrecen uno de los relatos más originales de la guerra en el mar a bordo de una corbeta, escoltando convoyes tanto en el Atlántico Norte como en el Sur. El autor, teniente de navío del RNVR, experimentó los terrores de los ataques de los submarinos y las penurias de los vientos gélidos, que contrastaban con el alivio de las escalas en puertos tan distantes como Halifax y Freetown.

La narración comienza con el viaje de Harling desde el Clyde a Nueva York en el Queen Mary (o QM, como se le conocía durante su marcial carrera), camino de unirse a una corbeta recién construida en Halifax, Nueva Escocia. Sería su Teniente Primero, y su servicio en el mar comenzó en la primavera de 1941, justo cuando la Batalla del Atlántico entraba en su fase más crucial. Durante el primer convoy hacia el este, sufrió los ataques de los submarinos, la pérdida de buques mercantes y un duro aprendizaje, ya que la tripulación se esforzaba por vivir en las duras condiciones de la guerra. Más tarde, ese mismo verano, realizaron viajes de ida y vuelta a Islandia, donde las bajadas a tierra sirvieron de consuelo tras los peligrosos días en el mar. También pasó tiempo en el Atlántico Sur con viajes a Freetown y Lagos, antes de un breve interludio en el que experimentó la emoción de combatir con las Fuerzas Costeras. Posteriormente, la corbeta volvió a escoltar convoyes desde Halifax a Europa.

La narración de Harling es a la vez seria y humorística, y su retrato de la Gran Bretaña en tiempos de guerra, sus descripciones de los mares azotados por grandes tormentas en las "corbetas caracol" y el relato de las terribles pérdidas son demasiado reales y auténticos. Su historia termina cuando abandona el barco después de que un violento resfriado se convirtiera en neumonía, y poco después se entera de la estremecedora noticia de su pérdida por torpedo, junto con el capitán y la mitad de la tripulación. No le queda más remedio que reflexionar sobre los muchos muertos sin tumba que la guerra ha arrojado al escarpado arroyo Atlantick.