Puntuación:
El libro ofrece un interesante análisis de las complejas estrategias de Stalin en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial, desafiando las narrativas comunes al centrarse en estudios de casos de varios países. Sin embargo, es criticado por su mala calidad de redacción y su estructura confusa.
Ventajas:⬤ Interesantes reflexiones históricas
⬤ desafía los puntos de vista comunes sobre la Europa de posguerra
⬤ incluye diversos estudios de casos
⬤ ofrece una nueva tesis sobre la Guerra Fría.
⬤ Mal escrito y confuso
⬤ carece de una fuerte presencia editorial
⬤ uso limitado y selectivo de las fuentes.
(basado en 6 opiniones de lectores)
Stalin and the Fate of Europe: The Postwar Struggle for Sovereignty
Ganador del Premio Norris y Carol Hundley.
Ganador del premio U.S. -Russia Relations Book Prize.
Mejor libro de historia del año del Financial Times.
La división de Europa durante la Guerra Fría no fue inevitable: el aclamado autor de Los genocidios de Stalin muestra cómo los europeos de posguerra lucharon para determinar sus propios destinos.
¿Era inevitable la división de Europa tras la Segunda Guerra Mundial? En esta poderosa reevaluación del orden de posguerra en Europa, Norman Naimark sugiere que José Stalin estaba mucho más abierto a un acuerdo en el continente de lo que hemos pensado. A través de reveladores estudios de casos, desde Polonia y Yugoslavia hasta Dinamarca y Albania, Naimark replantea los inicios de la Guerra Fría centrándose en la lucha de los europeos por determinar su futuro.
A medida que las naciones devastadas por la guerra comenzaban a reconstruirse, las intenciones soviéticas se cernían sobre ellas. Los ejércitos de Stalin controlaban la mayor parte de la mitad oriental del continente, y en Francia e Italia los partidos comunistas eran fuerzas políticas importantes. Sin embargo, Naimark revela a un Stalin sorprendentemente flexible, que en un principio no tenía intención de dividir Europa. Entre 1945 y 1948, líderes de todo el espectro político, como el finlandés Juho Kusti Paasikivi, el polaco Wladyslaw Gomulka y el austriaco Karl Renner, hicieron frente a las presiones externas. Para algunos, esto significaba luchar contra el dominio soviético. Para otros, significaba reclutar a los estadounidenses para que apoyaran sus objetivos.
La primera helada de la Guerra Fría pudo sentirse en el tenso patrullaje de las zonas de ocupación en Alemania, pero no fue hasta 1948, con el golpe de Estado en Checoslovaquia y el bloqueo de Berlín, cuando se produjo la polarización familiar. La ruptura no se hizo irreversible hasta la división formal de Alemania y la creación de la OTAN en 1949. Stalin y el destino de Europa revela el potencial real de una trayectoria alternativa para el continente, al mostrar cómo los dirigentes europeos gestionaron hábilmente los intereses nacionales frente a las potencias dominantes.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)