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Desde sus comienzos en 1847, esta pequeña ciudad a orillas del río Columbia se construyó con manos callosas. En estas páginas se puede ver a los leñadores, constructores navales, canteros y trabajadores del molino.
Sus esposas, madres e hijos también están aquí, suavizando los bordes y alimentando una comunidad en el bosque. Aquellos primeros colonos construyeron St.
Helens para que perdurara, y a lo largo de décadas de auge y caída, tragedias y triunfos, el amor de la gente por este lugar, tan rico en belleza y posibilidades, se muestra en más de 200 imágenes. Es un testimonio de resistencia, sí, pero también de esperanza.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)