Soñando Viena

Título original:

Dreaming Vienna

Contenido del libro:

Dreaming Vienna comienza con una cita de Mark Twain, de Missouri, sobre cómo las novelas se llevan por delante a sus autores, y un prefacio de Conley en el que enumera 36 tipos de sueños analizados por Sigmund Freud, de Viena. Estas introducciones ponen en primer plano la tensión entre las realidades objetiva y subjetiva. ¿Cómo se cree una novela o se interpreta un sueño? ¿Y qué simboliza exactamente Viena, especialmente para los estadounidenses? En Dreaming Vienna, las reacciones subjetivas suelen prevalecer sobre las expectativas convencionales. Conley es especialmente hábil pintando las sombras y nieblas que rodean a sus personajes, creando momentos de confusión, caos, abatimiento, aceptación y sabiduría.

Así, Felix Kulpa ("Fallo feliz" en latín) lucha por encontrar un sentido en St. Louis, MO, primero en el catolicismo de su familia, luego en los sistemas filosóficos y, finalmente, en Viena, donde, en una alegre explosión de locura apasionada, muere. Las experiencias de Kulpa resuenan. Su primo Victor escapa a duras penas de los abusos sexuales de un cura, pero lleva cicatrices de Missouri a Viena, donde "investiga el sacerdocio". La propia palabra "investigación" cambia de significado cuando los estudiantes vieneses se pelean por las versiones de las historias o se burlan de los pretenciosos mentores.

Hay una sensación de carnaval en grandes secciones de Soñando Viena cuando los personajes pasan cerca unos de otros sin encontrarse del todo, dejando rastros, superponiendo estados de ánimo, fragancias, fragmentos, recuerdos de hermanos discutiendo, un veterano atormentado por la culpa, niños cubiertos de nieve y limpiadores de calles vestidos de naranja. Para los guías turísticos, Viena puede simbolizar la profundidad cultural, la aspiración artística y el logro humano, pero para Conley esas interpretaciones son radicalmente incompletas. Sólo el bastón con punta de oro del misterioso Herr Winklemann puede ofrecer una orientación fiable; sólo las alfombras hechas a mano por una feminista manca pueden mantener a los lectores totalmente calientes.