The Sociology of Loyalty
Una apreciación bien desarrollada de las emociones es absolutamente esencial para la sociología porque ninguna acción puede ocurrir en una sociedad sin implicación emocional. Jack Barbalet (2002:2) Por qué nos dedicamos a lo que hacemos es una pasión que consume nuestra existencia.
Las motivaciones se buscan, se discuten, se lamentan y a veces incluso se desean. Se invocan toda una serie de etiquetas, descriptores, marcadores, términos, signos y símbolos para explicar el porqué. Este es especialmente el caso del cúmulo de términos de e- tión que se emplean para explicar nuestras pasiones.
Enardecido por la ira, enloquecido por los celos, atormentado por la culpa, plomizo por la tristeza, crispado por la ansiedad, atormentado por la angustia... todos estos términos hablan de cómo se vinculan la pasión y la acción o, en otras palabras, de cómo nuestras emociones señalan el mundo.
Resulta intrigante que tengamos tal variedad de estados emocionales, sentimientos y pasiones que, en gran medida, no han sido teorizados. Esto es especialmente cierto en el caso de las emociones individuales específicas y su papel en la vida social.
Mientras que algunas de las emociones o pasiones han sido objeto de investigación y debate académico, como la vergüenza (Braithwaite, 1989), el amor (Cancian, 1987) o la confianza (Misztal, 1996), una, en particular, tiene una curiosa ausencia: la lealtad. Si, como postula Barbalet (2002:2), las emociones son fundamentales para la acción social, entonces las emociones ofrecen una ventana al por qué y al cómo de la interacción social.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)