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On Art and Connoisseurship
ENTRE los historiadores del arte de hoy en día no hay nadie que goce de una posición comparable a la del Dr. Max J.
Friedlnder. Es universalmente reconocido como probablemente el mayor experto vivo, especialmente, por supuesto, en los primeros maestros holandeses y alemanes; y en tiempos normales no pasaba un día sin que se le presentaran cuadros de todas partes del mundo para que diera su opinión. Pero es mucho más que un mero experto, aunque consumado, preocupado sin descanso por las personas deseosas de conocer su veredicto sobre sus posesiones: la lista de sus escritos -todos ellos reveladores de la perspectiva de un historiador nato- constituye una serie verdaderamente imponente, que culmina en su monumental Historia de la pintura neerlandesa antigua, publicada a partir de 1924 en catorce volúmenes sustanciales.
Y durante mucho tiempo toda esta incesante actividad tuvo como telón de fondo la relación del Dr. Friedlnder con la Pinacoteca y el Gabinete de Estampas de Berlín: su maravilloso crecimiento durante el periodo en cuestión tiene, de hecho, una enorme deuda con el distinguido erudito, cuya carrera como funcionario llegó a su fin en 1933, cuando el Dr.
Friedlnder renunció al puesto de Director de la gran Pinacoteca, para el que había sido nombrado sucesor de Wilhelm von Bode. Es, en efecto, el aroma mismo de aquella institución en sus mejores tiempos el que impregna toda la actividad de uno de los más grandes de cuantos se le aproximan en la relación de antiguo alumno y creador a la vez.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)