Smiths' Meat Is Murder

Opiniones de los lectores

El libro es un relato ficticio de la vida de un adolescente en la década de 1980, que refleja el paisaje emocional y cultural conformado por el álbum de The Smiths «Meat Is Murder». Aunque es entretenido y fácil de leer para los fans de la época, se queda corto como análisis directo del propio álbum, lo que ha suscitado críticas dispares de lectores que lo adoraban o lo odiaban.

A menudo se califica a la novela de entretenida, ingeniosa y emotiva. Muchos lectores conectaron con las experiencias de la protagonista, encontrando humor y conmoción en los temas de la adolescencia. El libro es elogiado por su reflexión nostálgica sobre la escena musical de los años ochenta y su retrato de la angustia adolescente.

Un número significativo de críticos se mostraron decepcionados porque el libro no profundiza en el álbum «Meat Is Murder», como esperaban. Los críticos señalaron una conexión poco profunda con The Smiths, y algunos lo tacharon de autoindulgente o mal comercializado. La narración a veces parecía inacabada o carente de profundidad, lo que dejó a algunos lectores insatisfechos con la experiencia global.

(basado en 22 opiniones de lectores)

Contenido del libro:

Un instituto católico cerca de Boston en 1985. Una época de suicidios, humillaciones en el gimnasio, fumar para principiantes, ataques de asma e incendiarios enamoramientos adolescentes. Encaprichamientos con una chica (Allison), con un grupo (The Smiths) y con un álbum, Meat is Murder, que era tan crudo, tan vívido y tan melódico que podías aferrarte a él como a un bote salvavidas en una tormenta.

En esta brillante novela, Joe Pernice cuenta la historia del descubrimiento de Meat is Murder por parte de un niño asmático.

He aquí un breve extracto:

Una mañana, mientras trotaba junto a la placa de bronce que conmemora la muerte de un estudiante y un motorista, con la corbata ondeando como una manga de viento, Ray pisó a fondo el pedal de freno de su Dodge y se acercó a mí. El tráfico a ochenta kilómetros por hora se detuvo detrás de él con un chirrido casi asesino. Se inclinó y bajó la ventanilla del acompañante con un movimiento fluido. Prescindió de formalidades mientras yo me maravillaba de la audacia de su forma de conducir y, lanzándome algo, me guiñó un ojo y dijo: «Toma. Voy a suicidarme. Apretó el acelerador, dejando un parche de goma sorprendentemente bueno para un coche tan mierdoso. En la cuneta, azucarada por la arena depositada durante la última nevada del invierno, vi escrito con tinta de fieltro roja sobre cinta adhesiva pegada a un casete transparente como el humo: Smiths: Meat.