Puntuación:
Estas memorias narran el viaje emocional de Steve y Barbara al enfrentarse a los retos de los tumores cerebrales y el cáncer en su familia. Destaca temas como el amor, la fortaleza y la defensa personal a través de narraciones desgarradoras pero bellamente escritas.
Ventajas:Muchas reseñas elogiaron el libro por su poderosa y sincera narración, su profundidad emocional y su capacidad para transmitir experiencias personales relacionadas con el cáncer y la enfermedad. Los lectores apreciaron la fuerza del estilo de escritura, la perspicacia de la autora en la dinámica de hacer frente a graves problemas de salud, y el mensaje inspirador sobre el amor y la resiliencia. Se dice que es un libro difícil de leer y que ofrece valiosas lecciones sobre cómo defender la propia salud.
Desventajas:Algunos lectores consideraron que el tema era extremadamente pesado y desgarrador, lo que podría resultar difícil de manejar para algunos. Si bien el libro fue bien recibido en general, algunas menciones reflejan la tristeza y la carga emocional de la historia, en particular para aquellos con experiencias personales similares.
(basado en 37 opiniones de lectores)
If You Love Me Take Me Now
Escribí este libro sobre un periodo de dos años en la vida de mi familia. Es una historia tan horrenda que el lector nunca la olvidará. Tuve síntomas durante más de un año. Empezó con ataques espontáneos de hipo. Cada vez que comía o bebía, empezaba a tener hipo. Me veía obligada a dejar de comer o beber hasta que se me pasaba. A veces, el hipo empezaba sin motivo aparente y se producía en cualquier momento del día, incluso mientras dormía. En agosto de 2003, por fin fui al médico. Me mandó a un gastroenterólogo porque pensó que podía estar relacionado con el estómago. Tardé más o menos un mes en conseguir cita. Mientras tanto, estaba viajando por todo el mundo por negocios y consumiendo más tiempo. Alrededor del Día de Acción de Gracias empecé a tener dificultades para tragar. Me empezaron a pitar los oídos y tenía una sensación extraña, como si tuviera la cabeza metida en un cubo de agua helada. También empecé a tener dolores de cabeza. Volví a mi médico de cabecera a finales de enero y le hablé de estos nuevos síntomas. A estas alturas ya sospechaba que algo iba muy mal en mi cabeza, pero no quería pensar en un tumor. De hecho, mi mujer y yo bromeábamos sobre si se trataba de un tumor. Finalmente, mi médico me envió a un neurólogo el lunes y unos días después me hicieron una resonancia magnética. El neurólogo me llamó de inmediato con la noticia de que habían encontrado un tumor del tamaño de un huevo adherido al tronco encefálico y en el cuarto ventrículo.
El 24 de febrero de 2004 me sometieron a nueve horas de cirugía cerebral con resección completa de un ependimoma. Medía 4 X 3 X 2,5 cm. La recuperación no fue muy divertida. Entre otras cosas, mi cerebro ya no podía controlar mi tensión arterial. Si me sentaba en la cama, me desmayaba. Esto duró algunas semanas. Seguía sin poder tragar y no me dieron ningún alimento durante más de una semana. Había perdido más de 12 kilos. Al final me insertaron una sonda de alimentación en el vientre, justo encima del ombligo. Los nervios que controlaban mi lengua estaban dañados y mi habla era casi ininteligible. No podía andar en absoluto debido a una combinación de factores que incluían presión arterial baja, vértigo, pérdida del control motor y de la función sensorial en todo el lado derecho y pérdida del control del equilibrio. Tuvieron que pasar varias semanas de terapia hasta que pude andar con un bastón. La logopedia me ayudó a volver a pronunciar las palabras. Poco a poco, recuperé la capacidad de tragar lo suficiente para volver a comer con normalidad. Durante todo este tiempo, mi encantadora esposa permaneció a mi lado y me ayudó a mantenerme con vida. Sin su tenacidad, estoy convencido de que hoy no estaría aquí. Tras unas cinco semanas en la cama del hospital, me encontraba lo bastante bien como para caminar con un bastón e irme a casa. En casa hice todo lo posible por reanudar mi vida de marido, padre y proveedor. Durante varios meses más, trabajé para mejorar mi capacidad de hablar y andar.
Mi mujer, mi familia y muchos buenos amigos me ayudaron, nos ayudaron, en todo lo que pudieron. Varios meses después de mi recuperación, mi mujer empezó a tener algunos problemas de salud. Le molestaban los ojos y se sentía como si tuviera una sinusitis. Poco después, sus amigos se dieron cuenta de que cojeaba. Empezó a perder destreza con las manos. Pedimos cita con el médico de cabecera al que ambas habíamos acudido durante años. Pidió una resonancia magnética y se revelaron los síntomas que presentaba mi mujer. Tenía un tumor cerebral enorme de seis centímetros. Los dos nos quedamos de piedra. A partir de ese momento, la salud de Barbara empezó a deteriorarse rápidamente. La operaron de urgencia y le extirparon un tumor del tamaño de una manzana. Poco después, Barbara se sometió a quimioterapia y radiación para lo que finalmente supimos que era un glioblastoma multiforme. Estos acontecimientos nos cambiaron la vida a mi mujer, a nuestros hijos y a mí. La gente me decía que debería escribir un libro sobre ello. Tras años de recuperación, tanto física como emocional, finalmente lo hice. Mi libro se titula: Si me quieres, llévame ahora.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)