Sherlock Holmes: El héroe de las mil caras - Volumen 1

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Título original:

Sherlock Holmes: The Hero With a Thousand Faces - Volume 1

Contenido del libro:

Sherlock Holmes: el héroe de las mil caras asume con ambición la tarea de explicar la continua popularidad del famoso detective de Arthur Conan Doyle a lo largo de tres siglos. En obras de teatro, películas, programas de televisión y otros medios de comunicación, una generación tras otra ha reimaginado a Holmes como héroe romántico, héroe de acción, héroe caballero, drogadicto en recuperación, cruzado social llorón, sociópata de alto funcionamiento, etcétera. En esencia, Sherlock Holmes se ha convertido en la pizarra en blanco sobre la que escribimos la fórmula heroica que mejor se adapta a nuestro tiempo y lugar.

El primer volumen analiza el entorno social y cultural en el que Sherlock Holmes saltó a la fama. Novelistas victorianos como Anthony Trollope y William Thackeray habían escrito "novelas sin héroe", porque en su opinión cualquier sociedad bien ordenada y educada no necesitaría héroes ni comportamientos heroicos. Desgraciadamente, esto chocaba con una realidad en la que criminales como Jack el Destripador acechaban las calles y la gente no confiaba en la policía, a la que en general se consideraba corrupta e incompetente.

En este vacío apareció el primer detective consultor del mundo, un razonador aficionado de cierta reputación llamado Sherlock Holmes, que saltó a la fama en las páginas de The Strand Magazine en 1891. Cuando Conan Doyle acabó con Holmes en 1893, fue el dramaturgo, director y actor estadounidense William Gillette quien resucitó al personaje en su obra de 1899 Sherlock Holmes, causando sensación a ambos lados del Atlántico con su versión romántica de Holmes y consolidando su lugar como el Sherlock Holmes definitivo hasta finales de la década de 1930.

Para entonces, Sherlock Holmes había desarrollado un culto de seguidores que sostenían con sorna que Holmes era una persona real, formaron clubes como The Baker Street Irregulars e introdujeron la idea del cosplay en el embrionario mundo del fandom. Estos fanboys bien educados se convirtieron posteriormente en los protectores autoasignados de Sherlock Holmes, ansiosos de que su versión del personaje no fuera mancillada o difamada en modo alguno.

A pesar de ello, en las primeras películas mudas protagonizadas por Sherlock Holmes se produjeron numerosas difamaciones que lo convirtieron en un héroe de acción debido a la falta de sonido. Cuando el cine sonoro irrumpió en la industria a finales de la década de 1920, varios pretendientes se hicieron con la corona de Sherlock Holmes, entre ellos Clive Brook, Reginald Owen y Raymond Massey, pero tuvo que pasar más de una década antes de que en 1939 se coronara a un nuevo Sherlock Holmes definitivo en la persona de Basil Rathbone.