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Healing Violent Men: A Model for Christian Communities
La violencia doméstica es un problema generalizado, aunque en gran medida invisible, a menudo exacerbado por el impulso pastoral de «mantener unida a la familia» a toda costa.
Pero si esa no es la solución, ¿cómo debe relacionarse la Iglesia con los maltratadores? «Creo que la comunidad cristiana, si quiere ser realmente una comunidad de sanación y esperanza, debe atender tanto a las víctimas como a los agresores de la violencia doméstica», afirma David Livingston. Al abordar el complejo fenómeno de la violencia íntima contra esposas, amantes e hijos, Livingston describe a los agresores y los malos tratos y los relaciona con patologías culturales más amplias.
Explora el ambiguo papel de la religión y ofrece consejos prácticos para que los esfuerzos pastorales y programáticos abarquen simultáneamente los imperativos cristianos del perdón y la responsabilidad.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)