Sam Nunn: estadista de la era nuclear

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Título original:

Sam Nunn: Statesman of the Nuclear Age

Contenido del libro:

En un artículo de opinión de 2012 en el que lamentaba el estado del Senado estadounidense, la columnista del Washington Post Dana Milbank citaba una "teoría principal: Hoy no hay gigantes en la cámara". Entre los miembros respetados que una vez pisaron el hemiciclo del Senado, admirados por su experiencia y con una estatura que iba más allá del partido, Milbank contaba a Sam Nunn (D-GA).

Nunn ocupó su escaño en el Senado durante cuatro legislaturas a partir de 1972, en un momento en que la política interior y la política exterior experimentaban cambios de gran calado. Como miembro y luego presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, tuvo un impacto vital en la mayoría de las cuestiones cruciales de seguridad nacional y defensa de la era de la Guerra Fría y el "nuevo orden mundial" que le siguió, cuestiones que incluyeron la revitalización de la capacidad militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la reorganización y reforma de la defensa nacional, el conflicto del Golfo Pérsico y el control de armas nucleares. En este primer relato completo de la carrera senatorial de Nunn, Frank Leith Jones revela cómo, como líder del Congreso y "secretario de Defensa en la sombra", Nunn ayudó a ganar la Guerra Fría, construyendo los cimientos de las políticas de defensa y exterior de las décadas de 1970 y 1980 que protegieron a Estados Unidos y a sus aliados de la amenaza soviética.

En una época de amarga polarización política y partidismo, la reputación de Nunn sigue siendo la de un estadista con un historial de bipartidismo y una dedicación a los intereses nacionales de EEUU por encima de todo. Su carrera, tal y como se relata en Sam Nunn: Statesman of the Nuclear Age, ofrece una valiosa lección sobre las relaciones entre el gobierno de EEUU, las potencias extranjeras y las sociedades, así como un grato recordatorio de la capacidad del Congreso, incluso de un senador en solitario, para promover y promulgar políticas que pueden hacer del país, y del mundo, un lugar mejor y más seguro.