Puntuación:
Salvar vidas en Auschwitz ofrece una visión poco común y perspicaz del funcionamiento y las complejidades de Auschwitz, centrándose especialmente en los esfuerzos médicos por salvar vidas dentro del campo. Desafía la percepción común de Auschwitz únicamente como un campo de exterminio, destacando el papel de cada prisionero y el impacto de la asistencia sanitaria en medio de los horrores del Holocausto.
Ventajas:El libro está bien escrito, es atractivo y detallado, y ofrece una narración ágil que documenta perspectivas históricas significativas al tiempo que añade profundidad a la historia comúnmente conocida de Auschwitz. Incorpora con eficacia fuentes primarias y una meticulosa investigación, lo que lo convierte en un valioso recurso para los lectores que busquen una comprensión más profunda de las operaciones del campo y de las vidas de aquellos que lo habitaban. La autora, la Dra. Bacon, es elogiada por su hábil escritura y su precisión histórica.
Desventajas:Aunque el libro es informativo y revela nuevos aspectos de Auschwitz, puede resultar difícil para quienes no estén familiarizados con el contexto histórico de la Segunda Guerra Mundial y las complejidades del Holocausto. Algunos lectores podrían sentirse abrumados por los relatos detallados y las extensas referencias, que pueden restar fluidez a la narración.
(basado en 5 opiniones de lectores)
Saving Lives in Auschwitz: The Prisoners' Hospital in Buna-Monowitz
En una redada nazi de polacos con estudios en 1941, Stefan Budziaszek -recién licenciado en medicina en Cracovia- fue encarcelado en la prisión de Montelupich de Cracovia y trasladado al campo de concentración de Auschwitz en febrero de 1942. Las grandes empresas alemanas explotaban brutalmente la mano de obra barata de los prisioneros del campo, y los trabajadores morían.
En 1943, Stefan, ahora prisionero funcionario, fue puesto a cargo del hospital de prisioneros del campo, que en aquel momento era más bien una enfermería atendida por prisioneros bien relacionados pero sin formación. Stefan transformó estas instalaciones, que eran sólo dos barracones, en un hospital y ambulatorio en funcionamiento que empleaba a más de 40 médicos prisioneros y atendía a una población de 10.000 trabajadores esclavos. Stefan y su personal desarrollaron el hospital requisando medicamentos, equipos quirúrgicos e incluso materiales de construcción, a menudo del llamado almacén de Canadá, lleno de efectos de las víctimas del Holocausto.
Pero, ¿en qué momento la búsqueda de la cooperación del personal de los campos de concentración nazis se convierte en connivencia con el genocidio nazi? ¿Cómo trataban los médicos a los pacientes debilitados que se enfrentaban a la "selección" para su traslado a las cámaras de gas? Auschwitz era un hervidero de agendas enfrentadas. Inesperadamente, también se manifestó la rivalidad ideológica entre los propios prisioneros.
Elie Wiesel y Primo Levi, destacados testigos del Holocausto, recibieron tratamiento en este hospital de prisioneros. Ellos, otros pacientes y el personal del hospital son testigos de la actuación de los médicos prisioneros en un entorno más conocido por la muerte que por la supervivencia.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)