Roma victoriosa: El irresistible ascenso del Imperio Romano

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Título original:

Rome Victorious: The Irresistible Rise of the Roman Empire

Contenido del libro:

Roma - Urbs Roma: ciudad de patricios y plebeyos, emperadores y gladiadores, esclavos y concubinas - fue el epicentro de un imperio lejano cuyo legado cultural es incalculable. Cómo un minúsculo asentamiento, fundado por aventureros desesperados junto a las orillas del río Tíber, llegó a gobernar vastas extensiones de territorio a lo largo y ancho del mundo conocido es una de las historias más inverosímiles de la Antigüedad. La escala épica del Coliseo, los templos con majestuosas columnas, los formidables legionarios que marchaban con corazas de acero bruñido y los caprichosos césares vestidos con túnicas púrpuras que se creían dioses: todas estas imágenes hablan de una grandeza que sigue asociándose a la más célebre de las antiguas capitales. La gloria de Roma queda subrayada por monumentos imperecederos como el Muro de Adriano, que resistió a los feroces bárbaros pictos, que se creía que procedían de Hiperbórea, la mítica Tierra más allá del Viento del Norte. Este libro narra vívidamente la historia del improbable triunfo de Roma.

El imperio romano, quizás el ejemplo más famoso de la historia de cómo unos modestos comienzos se convierten en grandeza, nunca fue estático ni uniforme. A lo largo de los siglos, bajo la "ilimitada grandeza de la paz romana" (en palabras del anciano Plinio), el derecho, la civilización y la lengua imperiales interactuaron enérgicamente con las culturas locales de Europa occidental y central y del norte de África, e influyeron en ellas. Los súbditos provinciales se convirtieron en ciudadanos romanos, generales y senadores. En el año 98 d.C., Trajano se convirtió en el primero de muchos romanos de fuera de Italia en asumir el poder supremo como emperador. Poetas, filósofos, historiadores y juristas -y muchos otros- participaron en la brillante constelación intelectual que aseguró la pax romana.

Sin embargo, como revela Dexter Hoyos, el imperio no se ganó de forma barata ni rápida, y no siempre tuvo éxito. El general cartaginés Aníbal estuvo a punto de destruirlo. Arminio liberó Germania aniquilando brutalmente a tres legiones insustituibles en el bosque de Teutoburgo, un desastre que rompió el corazón de Augusto. Y los propios romanos, en la expansión de su imperio, fueron a menudo despiadados. César se jactaba de haber matado a un millón de combatientes enemigos en sus guerras galas, mientras que la acusación de un señor caledonio se convirtió en proverbial: hacen un desierto y lo llaman paz. Pero, al mismo tiempo, los romanos se esforzaron por imponer principios morales y legales para dirigir a sus súbditos tanto como a sí mismos, y establecieron normas de gobierno que siguen siendo válidas hoy en día. Roma victoriosa es un nuevo y magistral tratamiento de la ascensión de Roma, desde el punto de vista tanto de la propia ciudad como de los pueblos a los que llegó a gobernar y hacer suyos.