Por qué las elecciones de 2021 en Irán son diferentes: Sociedad explosiva, boicot inminente, purga sin precedentes

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Título original:

Why Iran's 2021 Election Is Different: Explosive Society, Impending Boycott, Unprecedented Purge

Contenido del libro:

Este informe destaca la diferencia entre las elecciones de 2021 y las 12 elecciones presidenciales anteriores en Irán.

Aunque todas las elecciones desde 1979 han estado amañadas, han servido para dar una apariencia de democracia y republicanismo a la teocracia gobernante. Sin embargo, las elecciones de 2021 son muy diferentes, porque el Irán de 2021 se encuentra en el umbral de una transformación fundamental.

Jamenei encuentra a su régimen cada vez más débil y vulnerable tras una serie de levantamientos desde 2017, una corrupción endémica y una economía en bancarrota. El explosivo estado de la sociedad iraní se reflejó en el aplastante golpe del boicot a las elecciones parlamentarias de 2020 y en la creciente pujanza de la oposición organizada a escala nacional. Todas estas crisis se ven agravadas por feroces luchas intestinas entre facciones. Ante estas realidades, Jamenei ha optado por cerrar filas y consolidar el poder en manos de quienes le son absolutamente leales para impedir el cambio sísmico que sabe que se avecina.

En una medida impulsada por el Líder Supremo, el Consejo de Guardianes ha inhabilitado a varias figuras del poder de larga data, entre las que destaca Ali Larijani, ex presidente del Parlamento del régimen durante 12 años. Larijani, ex general de brigada del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica y secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, ha sido uno de los principales asesores de Jamenei y miembro de su círculo íntimo.

Jamenei ha prescindido ya de la beneficiosa farsa "moderados-duros" para asegurar la presidencia de su candidato elegido, el jefe del poder judicial Ebrahim Raisi, famoso por su papel clave, como fiscal adjunto de Teherán y miembro del "comité de la muerte", en las ejecuciones de hasta 30.000 presos políticos, principalmente activistas de la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán (MEK), en 1988. Raisi comenzó su ascenso en la jerarquía del régimen ordenando otros cientos de ejecuciones a principios de la década de 1980.

Al despedir a su círculo íntimo en favor de Raisi, su aliado más leal, Jamenei se apoyará en gran medida en Raisi, así como en el CGRI, para contrarrestar el descontento popular, al igual que se apoyará en la Fuerza Qods para expandir sus apoderados en Siria, Líbano e Irak. Cuanto más aislado se encuentre en su país, más necesitará contar con esas instituciones represivas.

Estas elecciones ponen fin a los juegos y las mascaradas. Ahora es evidente que la verdadera lucha es entre el pueblo y la oposición organizada que busca la libertad y la democracia, por un lado, y la totalidad del régimen encabezado por Jamenei y Raisi y potenciado por la IRGC, por otro.

Sin embargo, la purga electoral no es más que un parche, que probablemente será contraproducente, dado el frágil estado del régimen. Jamenei ha alienado a un segmento significativo de la clase dirigente y ha reducido aún más la base de poder de la teocracia. La marea ha cambiado a favor del pueblo, que se espera responda al líder supremo con un boicot masivo, la otra cara de su deseo de acabar con el gobierno de los ayatolás y establecer una república libre y democrática.