Pinkas Tishevits

Contenido del libro:

"El 1 de septiembre de 1939, las oscuras nubes que descendían sobre los judíos de todas partes, especialmente sobre los judíos de Polonia, envolvieron rápidamente a los judíos de Tishevits (como los judíos llamaban a Tyszowce en yiddish). A cada judío de Tishevits le consumía un miedo mortal la pregunta: ¿Hacia dónde huir? ".

Así consta en este libro Yizkor. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, había unos 3.800 judíos en Tyszowce. El ejército alemán ocupó la ciudad a principios de octubre de 1939. En mayo de 1942, unos 1.000 judíos fueron deportados al campo de exterminio de Belzec. La comunidad judía fue liquidada en noviembre de 1942, cuando los judíos restantes fueron enviados al mismo campo. Después de la guerra, la comunidad judía de Tyszowce no se reconstituyó.

La historia de Tyszowce se remonta a la Edad Media. Situada en la "Pequeña Polonia", durante casi 500 años estuvo en la provincia de Lublin, cerca del cruce de Volinia y Ucrania. La ciudad estaba rodeada de ríos caudalosos, bosques oscuros, turberas pantanosas y arenas deslumbradas por el sol.

A lo largo de generaciones, la ciudad fue ocupada por cosacos, rusos y tártaros, y también incendiada varias veces.

Sus artesanos eran famosos por la fabricación de botas. Los antiguos de Tyszowce decían que el nombre de Tishevits procedía de las palabras polacas "Tu szewcow", que significa "Aquí hay zapateros". Fabricaban un tipo especial de botas conocidas como Tishavanes. Las botas se cosían a mano utilizando únicamente cuero blando, incluso para las suelas. No había diferencia entre la bota izquierda y la derecha. Todos los campesinos sabían hacer este tipo de botas y, en invierno, cuando no había trabajo en el campo, las fabricaban para su propio uso y para venderlas.

En tiempos de paz, el libro describe Tishevits como un shtetl que vivía sin alboroto, sin clamor. Todos trabajaban duro para ganar lo suficiente para el pan y la challah del Shabat. Con sus últimos centavos, enviaban a sus hijos al cheder, a la yeshivah, y realizaban duros trabajos físicos para poder casar a sus hijos con el debido respeto.

"Pero todo fue aniquilado de golpe", se lamenta, "asesinado violentamente, y de todo el shtetl no quedó más que una fosa común en algún lugar de los bosques...".

Que este libro sirva de recuerdo a la ciudad judía, su gente puede la comunidad judía que fue tan brutalmente destruida.