Perfeccionamiento de las acciones humanas: Santo Tomás de Aquino sobre la participación humana en la ley eterna

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Título original:

Perfecting Human Actions: St. Thomas Aquinas on Human Participation in Eternal Law

Contenido del libro:

Durante los últimos siglos, en la teoría moral se ha desarrollado una dicotomía práctica entre Dios y los seres humanos. Como resultado, la teoría moral tiende a centrarse sólo en los humanos, donde la autonomía humana es fundacional, o sólo en Dios, donde rigen caprichosamente los mandatos divinos.

Sin embargo, la teología moral de Tomás de Aquino supera esta dicotomía. Para Tomás, los seres humanos alcanzan su perfección participando en la sabiduría y el amor de Dios. Perfeccionando las acciones humanas explora las formas en que los seres humanos participan en la ley eterna: la sabiduría de Dios que guía y mueve todas las cosas a su acción apropiada.

El libro comienza con un reflexivo examen de la recuperación filosófica de la noción de participación en la metafísica tomista.

A continuación, explica la comprensión teológica que Tomás hace de la noción de participación para mostrar cómo los seres humanos se relacionan con Dios. Se descubre que al realizar acciones humanas, los seres humanos participan en la ley eterna de dos maneras: como movidos y gobernados por ella, y cognitivamente.

En referencia a la participación como movidos y gobernados, los humanos son dirigidos por Dios a su fin propio de felicidad eterna. Este modo de participación puede incrementarse perfeccionando las inclinaciones naturales mediante la virtud, la gracia y los dones del Espíritu Santo. En cuanto a la participación cognitiva, los seres humanos, como criaturas racionales, pueden conocer su fin propio y cómo alcanzarlo.

A través de este conocimiento de las verdades morales, el intelecto participa de la ley eterna. La participación cognitiva se perfecciona mediante las virtudes intelectuales (especialmente la fe) y los dones del Espíritu Santo (especialmente la sabiduría). El libro concluye mostrando cómo la noción de participación humana en la ley eterna es un fundamento mucho mejor para la teoría moral que la noción contemporánea de autonomía.