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White Walls, Designer Dresses
En una audaz historia revisionista de la arquitectura moderna, Mark Wigley abre una nueva comprensión de la vanguardia histórica. Explora la característica más obvia, pero menos discutida, de la arquitectura moderna: las paredes blancas. Aunque el muro blanco ejemplifica el despojamiento de los disfraces decorativos que lucían los edificios decimonónicos, Wigley sostiene que los edificios modernos no están desnudos. La pared blanca es en sí misma una forma de vestimenta: el nuevo cuerpo atlético del edificio, al igual que el de sus ocupantes, lleva un nuevo tipo de atuendo y estas prendas deben ir a juego. No sólo casi todos los arquitectos modernos diseñaban literalmente vestidos, señala Wigley, sino que sus argumentos a favor de una arquitectura moderna estaban tomados de la lógica de la reforma de la vestimenta. La arquitectura se entendía como una forma de diseño de vestidos.
Wigley sigue la trayectoria de este subtexto clave leyendo atentamente las declaraciones y diseños de la mayoría de los protagonistas, demostrando que hace que la relación de la arquitectura moderna con la economía psicosexual de la moda sea mucho más ambigua de lo que sugerirían los rechazos de la moda repetidos sin cesar por los arquitectos. De hecho, afirma Wigley, la propia intensidad de estos rechazos es un síntoma de lo profundamente arraigados que están en el mundo de la ropa. Al basarse en argumentos sobre la relación entre la ropa y la arquitectura formulados por primera vez a mediados del siglo XIX, los arquitectos modernos presentaron de hecho una sofisticada teoría de la superficie, modernizando la arquitectura mediante la transformación del estatus de la superficie.
White Walls, Designer Dresses muestra cómo esta lógica vestimentaria aparentemente incidental organiza en realidad el diseño detallado del edificio moderno, dictando un sistema de policromía, entendido como un atuendo multicolor. La imagen familiar de la arquitectura moderna como blanca resulta ser el efecto de una tradición historiográfica que se ha esforzado por suprimir el color de las superficies de los edificios que describe. Wigley analiza esta supresión en términos de la lógica sexual que invariablemente acompaña a las discusiones sobre vestimenta y color, recuperando aquellas superficies sensualmente coloreadas y los extraordinarios argumentos sobre la vestimenta que se utilizaron para defenderlas.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)