Para agitar un corazón inquieto: Tomás de Aquino y Henri de Lubac sobre la naturaleza, la gracia y el deseo de Dios

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Título original:

To Stir a Restless Heart: Thomas Aquinas and Henri de Lubac on Nature, Grace, and the Desire for God

Contenido del libro:

Para agitar un corazón inquieto cuenta por primera vez la historia de cómo Tomás de Aquino conversó con sus contemporáneos sobre la dinámica del anhelo de la naturaleza humana por Dios, y documenta cómo utilizó deliberadamente fuentes griegas, árabes, hebreas y latinas para desarrollar una versión del deseo natural aristotélico que era únicamente agustiniana: el deseo natural busca la realización completa de la naturaleza humana "en la medida de lo posible", y así llega a descansar en el fin más alto que Dios le ofrece.

Dependiendo de si Dios ofrece el don gratuito de la gracia a la humanidad, un mismo deseo natural puede descansar en conocer a Dios a través de las criaturas o en ver a Dios directamente. Siguiendo el rastro de la recepción del Aquinate en los siglos posteriores, Jacob Wood sostiene que el alumno de Aquino entre los ermitaños agustinos, Giles de Roma, transformó conscientemente la comprensión de Aquino de la naturaleza humana.

Al insistir en que toda naturaleza tiene una aptitud positiva para un fin específico, Giles vinculó nuestro deseo natural positiva y directamente a la visión de Dios, estableciendo un desafío de 700 años entre los ermitaños agustinos para explicar la integridad de una naturaleza con un fin sobrenatural, así como la gratuidad de la gracia que la perfecciona. Mostrando cómo el temprano descubrimiento de de Lubac de esa tradición sirvió como fuente principal para su "deseo natural de un fin sobrenatural", Para agitar un corazón inquieto argumenta que muchas críticas recientes a la antropología teológica de de Lubac encuentran respuestas listas entre los ermitaños agustinianos, pero que una comprensión renovada del agustinismo de Aquino ofrece un camino más completo hacia adelante: Preserva el compromiso de Aristóteles con la integridad de la naturaleza humana, el compromiso de de Lubac con la trascendencia de la perfección humana y la insistencia de Agustín en la prioridad y gratuidad de la gracia divina en la obra de la redención.