Olvídate de tenerlo todo: Cómo Estados Unidos estropeó la maternidad y cómo arreglarlo

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Título original:

Forget Having It All: How America Messed Up Motherhood--And How to Fix It

Contenido del libro:

Una mirada lúcida a la historia de las ideas estadounidenses sobre la maternidad, cómo esas ideas han afectado a todas las mujeres (tengan hijos o no) y cómo solucionar la desigualdad que existe como consecuencia de ello.

Tras escribir un artículo sólo dos horas después de dar a luz y volver a trabajar a tiempo completo a la mañana siguiente, la periodista Amy Westervelt tuvo una revelación: Estados Unidos dice venerar la maternidad, pero trata a las mujeres que tienen hijos como si fueran basura. Desde la baja por maternidad inadecuada hasta la doble moral basada en el género, pasando por el trabajo emocional, la brecha salarial de la "pena de maternidad", la devaluación racista de algunas madres y la sobrevaloración de otras, y nuestra tendencia a considerar el valor de la mujer sólo en términos de su capacidad reproductiva, Westervelt se empeñó en entender cómo hemos llegado hasta aquí y cómo la promesa de "tenerlo todo" llegó a ser siquiera una cosa cuando estaba tan lejos de la realidad para las mujeres estadounidenses.

En Olvídate de tenerlo todo, Westervelt rastrea las raíces de nuestras expectativas modernas sobre las madres y la maternidad hasta las ideas extremistas de los primeros puritanos que intentaron colonizar América, y examina cómo esos ideales cambiaron -o no- en cada generación desde entonces. Utilizando este telón de fondo histórico, Westervelt señala lo que deberíamos repetir de nuestro pasado (recuperar la economía doméstica, por ejemplo, esta vez haciendo hincapié en el trabajo equilibrado entre hombres y mujeres en el hogar), y lo que debemos empezar de nuevo al revisar la maternidad estadounidense (incluyendo una visión más interseccional de la maternidad, reflexionando profundamente sobre las formas en que el capitalismo influye en nuestros puntos de vista sobre la reproducción, e incorporando a los padres trabajadores en los debates sobre el equilibrio entre la vida laboral y familiar).

En busca de inspiración en otras partes del mundo, Westervelt no se dirigió a Escandinavia, donde inevitablemente acaban todas las historias sobre conciliación de la vida laboral y familiar, sino a Japón, donde los políticos, en un esfuerzo cada vez más desesperado por aumentar las tasas de natalidad del país (¿les suena?), intentaron aplicar políticas de estilo escandinavo a una democracia capitalista no muy diferente de la estadounidense, sólo para descubrir que la política no puede hacer mucho en ausencia de un cambio cultural. En última instancia, Westervelt presenta un llamamiento mesurado, históricamente arraigado y respaldado por la investigación, a favor de políticas en el lugar de trabajo, normas culturales y actitudes personales sobre la maternidad que mejorarán radicalmente las vidas no sólo de las madres trabajadoras, sino de todos los estadounidenses.